Tiempo de Londres…

Hace cuatro años a la ceremonia de clausura de los Juegos de Beijing 2008 se cerró uno de los capítulos más extraordinarios en la historia del deporte universal. Finalmente China, que se había abierto al mundo en 1972, conste que esto no es la Edad Media, ni el Renacimiento, ni mucho menos el siglo 19, nos abría sus puertas. En aquella ocasión el entonces Secretario de Estado Henry Kissinger realizó un juego especial para el acercamiento diplomático de dos mundos que por mucho tiempo estuvieron tan distantes como la Tierra de Júpiter.

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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Hace cuatro años a la ceremonia de clausura de los Juegos de Beijing 2008 se cerró uno de los capítulos más extraordinarios en la historia del deporte universal. Finalmente China, que se había abierto al mundo en 1972, conste que esto no es la Edad Media, ni el Renacimiento, ni mucho menos el siglo 19, nos abría sus puertas. En aquella ocasión el entonces Secretario de Estado Henry Kissinger realizó un juego especial para el acercamiento diplomático de dos mundos que por mucho tiempo estuvieron tan distantes como la Tierra de Júpiter.

Esto no lo podíamos pensar en 1972, cuando la Guerra Fría parecía eternizarse con dos polos de poder aparentemente invencibles, por un lado la Unión Soviética y por el otro Estados Unidos, cuando comenzó a despertar…

El gigante dormido

China siempre fue el tercer gran polo de poder después de la Segunda Guerra Mundial y aunque solamente veían hacia dentro, en un proteccionismo absoluto que sólo puede ser entendido cuando nos tiramos un clavado a la historia encontrando las razones y los por qué de la construcción en la China Imperial de hace más de mil años y de la legendaria y monumental Muralla China.

Los chinos siempre se protegen

Y por siglos fue con aquella muralla que no permitía el paso ni hacia afuera, ni hacia adentro. Ya en la época moderna Mao Tse-Tung y su influencia en el país con mayor número de habitantes sobre la tierra, en un control total a base de fuerza, miedo y convicción en esos principios, a los que después la propia China Comunista debió ir renunciando para acercarse a lo que parecía imposible, abrirse al mundo de una u otra manera.

Nixon y Kissinger…

Fueron la pareja fundamental en la política occidental para encontrar, no por buenas gentes, ni por ser los grandes samaritanos del mundo o los gringos que nos han presentado en tantas ocasiones desde las series de televisión,  películas, hasta Batman, el Hombre Araña y los que me pongan enfrente, nada de esto, la realidad es que el país capitalista por excelencia encontraba en China la gran oportunidad de expansión hacia dentro y hacia afuera, en lo que podríamos llamar como el principio de la globalización, entonces…

Todo comenzó con un juego de ping-pong

A nadie podría habérsele ocurrido algo más brillante que al propio Kissinger al inventar una gira de un equipo de tenis de mesa (al que aquí conocemos como ping-pong) norteamericano por tierras chinas, algo así como si vinieran a México algunos que cultivaran chile de árbol, imagínese usted ir a enfrentar a la cuna del tenis de mesa y a los mejores del mundo con un equipo de universitarios y con los ojos bien abiertos. No entendían la trascendencia de esas gira por tierras tan extrañas, dicen que algunos decidieron no ir, pero después hacían fila por asistir y así con la diplomacia del tenis de mesa Kissinger y los capitalistas norteamericanos comenzaron a abrir a China hacia el mundo utilizando al deporte como punta de lanza.

Los chinos salvan a los gringos

Apenas una década y poco después, la Unión Soviética boicotea de regreso los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 luego de la ofensiva y estúpida medida del presidente Jimmy Carter de boicotear los Juegos de Moscú en 1980 por  la invasión soviética en Afganistán. El miope, políticamente hablando, de Carter no logró ni que los soviéticos se salieran de Afganistán, ni alguna victoria pírrica, lo único que ocasionó fue un golpazo al Movimiento Olímpico en 1980 y 1984 y con esto golpeó a dos generaciones que nunca pudieron enfrentarse unos a otros.

Vinieron los Olímpicos del ‘84

Con el boicot del bloque socialista en pleno, cuando parecía que estos Juegos estaban destinados al fracaso, apareció la diplomacia del deporte y China levantó la mano para llegar con una delegación no muy amplia en número y con ansia de conocimiento a la recién inaugurada terminal del aeropuerto de Los Ángeles bautizada como Tom Bradley, el gran alcalde de esa ciudad californiana.

Tuve el privilegio…

De ser designado por José Ramón Fernández, entonces mi jefe en IMEVISIÓN, para ir al aeropuerto a recibir y entrevistar a algunos atletas y entrenadores de aquella limitada delegación china, ellos traían como única carta importante a su saltador de altura Zhu Jianhua, entonces poseedor de la marca mundial, solamente que muy pocos lo habían visto saltar y por supuesto las gimnastas, clavadistas, atletas y algunos deportes de conjunto. Fue aquella China la gran salvadora de los Juegos de 1984 y de ahí comenzó su desarrollo exponencial hasta convertirse hoy en la segunda potencia del Movimiento Olímpico Internacional detrás de Estados Unidos.

El tiempo de Beijing

La capital china solicita al Movimiento Olímpico la organización de los Juegos en 2008 como piedra angular para la presentación al mundo de la nueva China, la del Siglo 21. La gran potencia económica e industrial del mundo, con sus nuevos edificios, sus grandes logros y también sus grandes diferencias en una sociedad que hoy alcanza una cifra impresionante de mil 339 millones de habitantes.

Muchos se equivocaron…

Criticaron a China por la inversión, insultante decían algunos, a los Juegos de Beijing, sin embargo esos ligeros de opinión nunca entendieron, nunca lo vieron o no lo quisieron ver, que el aeropuerto de Beijing, los anillos concéntricos equivalentes a anillos periféricos, la siembra de millones de árboles para hacer un Beijing verde, la ciudad olímpica y muchos otros edificios y hoteles, se construyeron no como elefante blancos, sino para ser inaugurados alrededor de los Juegos Olímpicos, que es cosa muy diferente, y así la ceremonia de inauguración es la más espectacular que se tenga memoria y una ceremonia de clausura suntuosa, pero al mismo tiempo rica en cultura y emotividad, cerró el tiempo de Beijing.

Hoy arranca la última cuenta regresiva rumbo a Londres 2012, estamos a cuatro días de la inauguración, el corazón me da vuelcos como me ocurrió hace cuatro años en Beijing y cuatro antes en Atenas,  cuatro antes en Sidney y en cada uno de los Juegos Olímpicos que he tenido el privilegio de asistir en forma contínua desde 1984. Soy un privilegiado de Dios y espero que me sigan acompañando en estas páginas de Reporte Indigo a estos que serán sin duda unos grandes Juegos, y conste que no me gusta comparar porque cada uno de ellos tiene su propia personalidad y el tiempo de Beijing fue maravilloso, hoy toca vivir el tiempo de Londres y lo que los británicos nos quieran mostrar… Así de fácil.

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