“Quien a hierro mata, a hierro muere”, “la violencia engendra violencia” o, si nos ponemos poéticos, como escribió William Shakespeare en Romeo y Julieta en el Acto II, escena VI, “Estos placeres violentos, tienen finales violentos”, lema recurrente en la serie Westworld, que recién estrenó cuarta temporada.
¿Saben cuál es la belleza además de esa frase? Que en la obra del dramaturgo inglés quien la pronuncia es Fray Lorenzo, quien, precavidamente, aconseja a ambos enamorados de no precipitarse en sus pasiones y lo que sigue después en ese enunciado es: “Y en su triunfo mueren, como el fuego y la pólvora que, como así se besen, se consumen”.
Quienes sigan la serie recordarán que el título hace alusión a un parque temático élite, en el que se simula estar en el Viejo Oeste, donde sus visitantes pueden hacer lo que se le dé la gana, porque han pagado una fortuna para estar ahí; entonces, abusan al por mayor, porque, además de interactuar con otras personas que llegan a Westworld, son recibidos por los “anfitriones”, androides idénticos a los humanos que están programados para ser sumisos, sin atentar contra la vida de los magnates.
¿Qué hemos visto a lo largo de tres temporadas? Que la frase shakesperiana es un constante bucle, la violencia que engendraron los humanos sobre las máquinas ahora les llega de regreso y con creces. En el inicio de la nueva temporada, que estará conformada por ocho capítulos, vemos que la guerra que atravesaron los autómatas contra las personas ha cesado, al menos, por ahora y durante siete años.
En los cuatro primeros episodios se logra vislumbrar que, una vez más, las líneas de tiempo están alteradas, hay un pasado, un presente y un futuro, y todo se va contando simultáneamente, pero es el trabajo meticuloso de edición el que hace que todo encaje y, poco a poco, se vaya resolviendo el rompecabezas.
Por ejemplo, Bernard despierta de su letargo después de años de estar en la realidad virtual de los “anfitriones”, y se encuentra con una rebelión de humanos que, a punta de armas largas, quiere defenderse de las máquinas sobrevivientes.
Además, Maeve vuelve por Caleb para descubrir qué es lo que está pasando al interior de la compañía Delos, que ahora tiene otro parque temático ambientado en la época de los gánsteres; ambos se darán cuenta de que nuevamente tienen que enfrentarse a balazos contra este macrosistema de control que sólo busca copiar la identidad de los humanos.
Ray Bradbury decía que sus lectores le pedían que predijera el futuro en sus historias, él lo que quería era prevenirlo o, mejor aún, construirlo hacia algo positivo…Constantemente, desestimamos la ciencia ficción por parecer demasiado futurista, pero henos aquí, en un presente distópico, donde todo se resuelve a plomazos, y lo mismo sucede en Westworld.
Entonces, ¿está en la naturaleza humana matarnos con pólvora y fuego como lo decía Shakespeare? Ojalá los políticos mexicanos reflexionen en torno a eso.
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