Me cayó el veinte
Gritamos, tomamos tequila, ondeamos la bandera como si nada o poco pasara. A los pocos días, nos cayó el veinte de muchas cosas; empezando porque el dólar superó los veinte pesos. No hay que negar que no es lo mismo 19 pesos y centavos, que 20 pesos.
Rodrigo Villegas
Gritamos, tomamos tequila, ondeamos la bandera como si nada o poco pasara. A los pocos días, nos cayó el veinte de muchas cosas; empezando porque el dólar superó los veinte pesos. No hay que negar que no es lo mismo 19 pesos y centavos, que 20 pesos.
Como si fuera una cubetada de agua fría, me cayó el veinte de que el país al que hace cinco años creíamos perdido, hoy está peor. La seguridad pública y nacional se ha visto mermada por un alza en los índices de secuestros y homicidios. La seguridad nacional, por una serie de acontecimientos, entre los que se encuentra la posible llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos.
¡Sí! Sí es un riesgo de seguridad nacional, porque con ello se vuelve probable un escenario bilateral, en el que una de las sociedades comerciales más importantes del mundo colapse. Es decir, el Tratado de Libre Comercio más grande del mundo y la gran oportunidad que presenta el Tratado Transpacífico podría significar una mayor tasa de desempleo y ahuyentar el capital extranjero. Ahora nos cae también el veinte de que la realidad política del sexenio anterior resulte ser un picnic a comparación de la hoguera sociopolítica en la era de Peña Nieto. No obstante, también me cae el veinte de que los mexicanos somos las personas más creativas y con el humor más negro de nuestra latitud. Ver los ‘memes’ del rostro del Benemérito de las Américas y plantarlo en un billete de un dólar, sólo refrenda la única opción a la que hemos incurrido los mexicanos; mofarnos de nuestra realidad.
En el Grito del 15 de septiembre ya no fue y, muy probablemente, no será un grito de guerra, sino uno de esperanza. Porque, así como veo a tantos gobernadores, que recién han tomado el poder con esa sonrisa optimista y ver la imagen del Presidente decaído y desalentado, incluso la de sus más cercanos colaboradores, que en estos momentos se deben estar cuestionando si lo que realmente quieren es la Silla del Águila en 2018. Hay que reconocer que, en esta época de desilusión nacional, no hay distractor tan poderoso, ni tan entretenido, como para hacernos olvidar que hemos realizado mal las elecciones. Nos cuesta trabajo entender que nuestras elecciones ya no se tratan de partidos o individuos, sino del tipo de vida y de país que queremos para nuestros hijos.
Convencido estoy que, México no es la excepción entre los países en el que los ciudadanos votarán y gritarán desde el hartazgo.
El problema está en que ese hartazgo ya no puede esperar. No es un hartazgo en contra del Presidente Peña Nieto, ni contra el PRI solamente, es el hartazgo generalizado y el sentimiento de culpa, de todas aquellas veces que hemos tenido al alcance de nuestras manos y siquiera el aroma al cambio. Me ha caído el veinte de que, así como el peso se derrumba, se derrumba el proyecto de nación.
Me ha caído el veinte de que no a todos los mexicanos, les ha caído el veinte.