“La iglesia no produce santos, solo reconoce cuando un ser humano ha vivido en santidad”. El Vaticano.
Al buscar la definición de “santos”, encontramos lo siguiente: (latín [sanctus]; griego [hagios]; hebreo [kadosh]) son hombres o mujeres destacados en las diversas tradiciones religiosas por sus atribuidas relaciones especiales con las divinidades o por una particular elevación ética; este segundo sentido se preserva en tradiciones espirituales no necesariamente teístas.
Entonces, un santo o una persona que ha vivido en santidad, independientemente de atribuciones religiosas (que siempre pueden ser cuestionadas) guarda una elevación ética. Es decir, no causa daño a nadie, tampoco permite que alguien dañe a otra persona.
Menos aún calla ante un crimen que se comete ante sus propios ojos, pues se convierte en cómplice de facto del delito.
Para nadie es un secreto que durante el papado de Juan Pablo II, cientos de curas pertenecientes a distintas congregaciones en varias partes del mundo, cometieron actos de pederastia.
La justicia de Estados Unidos mantiene expedientes judiciales abiertos contra decenas de ministros de la fe, acusados de abusar sexualmente de menores de edad. También existen reportes de los millones de dólares que el Vaticano ha gastado en “callar” a otras tantas víctimas en ese país.
A pesar de que existen testimonios vivos y pruebas fehacientes, desafortunadamente en México la justicia no ha dado un paso en firme para atender el creciente llamado de decenas de víctimas que han salido a la luz pública a clamar justicia ante el mismo delito.
La cúpula eclesiástica ha hecho poco al respecto, en abril pasado, el Papa Francisco pidió perdón “por el daño que han causado algunos sacerdotes por abusar sexualmente de niños”.
Sin embargo, el grueso de los afectados a nivel global no se sienten satisfechos con las declaraciones del actual jefe de la Iglesia Católica.
Recientemente la ONU emitió nueve recomendaciones a la Santa Sede (entre ellas, modificaciones a la Ley de Derecho Canónico) para asegurar justicia a las víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes.
Por otro lado, son pocos los medios de comunicación que ofrecen espacio en sus planas de papel o electrónicas, menos aún las televisoras que destinan tiempo aire para la cobertura de este tema.
El tema parece estar vetado para las principales cadenas de televisión. Salvo un par de excepciones, el resto de las propuestas noticiosas se hacen de la vista gorda ante una cobertura que debería de contar con un espectro mucho más amplio y profundo, por el simple hecho de que el catolicismo es la religión con más adeptos en el país; el segundo con más católicos en el mundo, solo después de Brasil.
Si el mapa se encuentra de este modo en el tema de pederastia en México, que alguien me explique… ¿Por qué la señal de TV más importante de nuestro país (Televisa) le dio una jugosa cantidad de tiempo aire, a la cobertura de la canonización de un hombre que a todas luces fungió como encubridor de pederastas? Más aún, llevaba una cercana y fructífera relación en términos económicos para el Vaticano, con el líder de una congregación señalada por seminaristas de todo el país de haber tolerado abusos a menores por parte de sus ministros.
¡Seis santas horas!