Seamos rebeldes
“No seas rebelde”, te dicen siempre tus papás cuando eres niño, tus profesores en la escuela, tus jefes… En todos lados. En nuestra sociedad, la palabra rebeldía tiene una connotación negativa, pese a que a lo largo de la historia de la humanidad son los rebeldes quienes están detrás de todos los cambios más trascendentales […]
Genaro Mejía“No seas rebelde”, te dicen siempre tus papás cuando eres niño, tus profesores en la escuela, tus jefes… En todos lados. En nuestra sociedad, la palabra rebeldía tiene una connotación negativa, pese a que a lo largo de la historia de la humanidad son los rebeldes quienes están detrás de todos los cambios más trascendentales que han hecho de este un mundo mejor.
En Wikipedia dice que “la rebeldía es un tipo de comportamiento humano, caracterizado por la resistencia o el desafío a la autoridad, la desobediencia de una orden o el incumplimiento de una obligación sea o no justa la causa”.
Lo que no dice ahí es que todos los seres humanos hemos sido rebeldes en varios momentos clave de nuestra vida, sin los cuales no habría evolución, ni aprendizaje, ni madurez.
“La rebeldía es la virtud original del hombre”, escribió Schopenhauer, pero Oscar Wilde fue más allá y dijo que “mediante la desobediencia y la rebelión se ha realizado el progreso”.
Claro que no se trata de ser rebelde porque sí. Es mejor tener una causa, un propósito. Y en esto mis maestros son siempre los emprendedores. Un ejemplo es la historia de David Camacho, fundador del restaurante Mexicano Masaryk.
Nació y creció pegado a la cocina. Su abuela tenía un puesto de comida en Satélite, Estado de México, en el que vendía mole, pancita, enchiladas y muchos de esos platillos que todos los mexicanos amamos.
Su infancia y adolescencia pasaron entre la escuela y el trabajo en el puesto de comida. Cuando llegó el momento de elegir la carrera, David decidió rebelarse de esta tradición familiar y estudiar música para escapar de la cocina. “Era esclavizante la rutina de la escuela al puesto. ¡Me harté!”, recuerda.
Así que siguió su otra pasión, la música, y probó suerte en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, donde logró quedarse y estudiar guitarra clásica. “Si vas a estudiar música, olvídate de que yo pague tu carrera. Te vas a rascar con tus propias uñas”, le dijo su papá.
David siguió adelante. El orgullo no le duró mucho: un mes después regresó a pedirle ayuda a su padre, pues no tenía dinero para comprar la costosa guitarra que necesitaba.
Su papá no cambió de opinión: no le dio un solo peso, pero le dio las llaves del negocio de comida, que cerraba los domingos. “Ábrelo tú ese día, hazte cargo y junta tu dinero”, le dijo.
David tuvo que rebelarse de la tradición familiar para encontrar su verdadero propósito.
Luego esta rebeldía se convirtió en su sueño: llevar la comida tradicional mexicana a Masaryk, la avenida más lujosa del país, y darle el lugar y estatus que siempre se ha merecido.
Así, David unió sus dos pasiones, la comida y la música, para fundar varios negocios en el sector restaurantero hasta que logró su proyecto más preciado: Mexicano Masaryk, donde convierte una comida en una experiencia multidisciplinaria llena de música, arte y bebidas mexicanas, donde las protagonistas son las cocineras tradicionales con sus platillos y sus historias.
¿Sigues pensando que está mal ser rebelde?
Genaro Mejía es periodistadigital y denegocios con más de 20 años de experiencia y LinkedIn Top Voices 2019