Las encuestas políticas han sido una herramienta valiosa en la toma de decisiones y manejos mediáticos durante décadas. Foto: Especial

Samu-Elon en la fantasía de las encuestas

Las encuestas pueden ser imperfectas y sujetas a sesgos, lo que plantea dudas sobre su utilidad en una psique político-colectiva en constante cambio

Por interés o por conveniencia natural el humano se deja llevar por las opiniones de otros sin siquiera intentar construir una propia. Lamentablemente es la neta, ¿para qué nos hacemos?

Es innegable que las encuestas políticas han sido una herramienta valiosa en la toma de decisiones y manejos mediáticos durante décadas. Proporcionan una fotografía instantánea de la opinión pública en un momento, es decir de un día, y pueden ofrecer más información valiosa que un simple y llano – ¿si hoy fueran las elecciones? ¿por quién votaría?; oprima el número y bla bla bla. Sin embargo, también hemos visto cómo estas encuestas pueden ser imperfectas y sujetas a sesgos, lo que plantea dudas sobre su utilidad en una psique político-colectiva en constante cambio.

La perversidad de los actores políticos en gastar dinero innecesario es tan absurdo como quienes padecen de ceguera mediática, creyendo que si no se enteran de la agenda pública le harán un favor al país y a los mismos de siempre, solo en promoverse en redes sociales da una ventaja chaparra frente a un electorado que se cree cuanta tontería les presentan, distractores que alimentan la incultura y desechan el resto.

Porque el que te mencionen cien veces no es que seas el mejor; a menos que te dediques a la investigación y te citen constantemente en artículos científicos, cosa que en el caso del tres veces doctorade no… Las encuestas son croquetas para mascotas en un país de perros callejeros, por eso nos gustan más los gatos.

Es bien sabido que las encuestas siempre serán favorables para quienes las pagan. Puesto que le buscan el dato positivo que deslumbre en una presentación adornada de frases y actos sin sentido, disgregando y exagerando el frame de los pequeños pero grandes masivos a su ver, comprobando que el electorado es olvidadizo porque adherir pegatinas en vehículos, sobreexponer a un ser humano por views, llevar un amparo bajo el brazo, rotular cientos de paredes y bombardear el metaverso no salvará a México del caos que se aproxima.

Cuidado con ese juego de popularidad, ser famoso, la popstareada o tener muchos estudios en papel, o un chingo de followers no es garantía de que vaya a ser buen legislador, administrador, candidato o simpático junior. Esto va más allá de los sesgos cognitivos. Y Mariana Rodríguez ganará todas las encuestas sin que vaya a estar en alguna boleta electoral.

Se ha preguntado: ¿cuántas personas rechazan esas llamadas telefónicas? Esas donde solo es de oprimir un número del teclado a manera de opción. Con la aversión a llamadas desconocidas han perdido gran parte de su eficacia por la paranoia provocada por las estafas, robos de identidad y extorsiones de todo tipo –por eso viva lo vintage y certero estilo de realizar levantamientos masivos en tierra en cuestión de horas; las respuestas de los encuestados a menudo están lejos de ser sinceras. La presión social, familiar, el deseo de encajar en la corriente dominante y el temor a represalias pueden llevar a una subestimación o sobreestimación de ciertas ondas electorales.

El efecto bandwagon es una tendencia común entre los votantes: ya que quieren estar en el lado ganador. Esto puede llevar a una mayor convergencia de opiniones hacia el candidate líder en las encuestas. Como resultado, el margen de triunfo previsto puede exagerarse y no reflejar con precisión el loqueron como es la realidad.

La onda fosfo fosfo es el perfecto ejemplo de una campaña llena de adornos sin fondo, sin ética, sin escrúpulos, solo dejan ver al regio promedio hipermamón, que contagia más podridencia que cordura y todas desbordan en los mismo: la decepción y nada más se presta al reconocimiento positivo. Algunos venden más que su dignidad.

No permitamos que nos alteren la percepción, desarrolle su capacidad de observación y no se infecte del amargor publicitario de las precampañas, que ni comienzan las buenas rumbo al 24 y ya hartaron.

Y con eso de que también las encuestas son como comida para gato: el 13 de marzo del 70 la banda King Crimson lanza el single Cat Food, B side del segundo álbum In the Wake of Poseidon, en que el Elton John pudo haber sido el cantante, pero Greg Lake ya había renunciado a King Crimson para fundar Emerson Lake & Palmer pero por tratarse de la onda tan particular de semejante obra; decidió regresar para grabar únicamente las voces de uno de los griales del rock progresivo londinense.

 

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