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El Oktoberfest mexicano

Llegó noviembre y pasó octubre. O pasó octubre y llegó noviembre, same shit. 

 

El punto es que octubre fue una verdadera fiesta. Se convirtió en una borrachera y no precisamente como la que por dos semanas se celebra en Theresienwiese, Alemania, desde el año de nuestra 

Llegó noviembre y pasó octubre. O pasó octubre y llegó noviembre, same shit. 

 

El punto es que octubre fue una verdadera fiesta. Se convirtió en una borrachera y no precisamente como la que por dos semanas se celebra en Theresienwiese, Alemania, desde el año de nuestra 

Independencia. Sino en una política y socioeconómica. 

 

Una en la que las consecuencias son las de un mes que cerró de entrada como el más violento desde 2012. 

 

Octubre fue el mes en el que el Presidente afirmó que no quiere joder a México. Fue también cuando el símbolo más redondo de la corrupción, Javier Duarte, pidió licencia como gobernador para convertirse en una ficha roja, al contar con una orden de aprehensión por enriquecimiento ilícito, delincuencia organizada y desvío de recursos. 

 

También representó el último mes antes de que las tarifas de electricidad subieron más del 17 por ciento respecto al año pasado. 

 

Y cerró de nuevo con el dólar por los cielos. De pasada, nos ha dejado el retorno de la amenaza rubia, multimillonaria, ególatra, misógina y con poco aprecio por México llamada Donald J. Trump con las más altas probabilidades de llegar a la Casa Blanca desde que inició su campaña. Todo porque un congresista norteamericano adicto a la pornografía utilizaba la misma computadora que Huma Abedin, la más cercana asistente a Hillary Clinton que intercambiaba correos electrónicos con supuesto contenido clasificado con la entonces secretaria de Estado. 

 

Qué fiesta. 

 

Qué fiesta también se vivió en los últimos días de octubre, cuando México recibió a la Fórmula Uno, siendo todo un éxito y constatando que su gente es la mejor anfitriona y más cálida del circuito automovilístico. 

 

No sabemos qué nos depara noviembre y el cierre de año. Lo que sí sabemos es que, el fin de año será muy interesante a nivel nacional e internacional. 

 

Estos dos meses restantes del año servirán para que los actores políticos, económicos y sociales calienten sus motores para que en 2017 sea una carrera sucia —y suicida— por la Presidencia en 2018. 

 

Por otro lado, en cinco días habrá nuevo inquilino en el número 1600 de la Avenida Pennsylvania, en Washington D.C. Y con ello, nuestra economía recibirá  un impacto positivo o negativo. También, podrá significar el futuro de la estabilidad geopolítica. Porque Medio Oriente arde, Rusia con un wannabe Zar de nombre Vladimir Putin y una China desafiante tienen al mundo al borde de otra Gran Guerra. 

 

Mientras tanto, el mundo observa. Y los mexicanos queremos llegar a otra carrera, más bien maratón denominado Guadalupe-Reyes y olvidarnos de lo malo, para celebrar lo bueno del 2016. 

 

Así que, destapen las últimas cervezas del Oktoberfest,  solamente que lleven cuidado de no agitarlas más, por qué el país y el mundo ya están lo suficiente. Y así es como se desborda la presión social.

 
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