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Restaurantes y fumadores: el dilema sube de tono

¿Sabías que en unos días más los fumadores en Nuevo León no podrán encender un cigarro ni siquiera en la terraza de un restaurante?

Ese es el resultado de la nueva Ley de Protección contra la Exposición al Humo de Tabaco.

Y eso significa un paso más adelante, de lo que en su momento se aprobó para el Distrito Federal y otros estados.

La intención es simple: respetar a los no fumadores y concientizar a los que fuman.

A diferencia de la Ley Federal, ahora en Nuevo León no se puede fumar en terrazas que estén techadas ni que tengan paredes.

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¿Sabías que en unos días más los fumadores en Nuevo León no podrán encender un cigarro ni siquiera en la terraza de un restaurante?

Ese es el resultado de la nueva Ley de Protección contra la Exposición al Humo de Tabaco.

Y eso significa un paso más adelante, de lo que en su momento se aprobó para el Distrito Federal y otros estados.

La intención es simple: respetar a los no fumadores y concientizar a los que fuman.

A diferencia de la Ley Federal, ahora en Nuevo León no se puede fumar en terrazas que estén techadas ni que tengan paredes.

Tampoco en lugares donde haya aglomeraciones de gente, como en estadios y conciertos.

Por supuesto que esto ha causado preocupación en el medio restaurantero, porque asumimos que esto afectará nuestras ventas.

Pero la ley no castiga al restaurante, en este caso hace responsable al fumador. 

Si el restaurantero decide permitir que se fume en la terraza de su negocio, tendrá que quitar los techos.

Acatando la ley, deberá poner carteles en su terraza techada, en los que diga que en ese espacio está prohibido fumar.

Y en caso de que un cliente fume en áreas prohibidas, tiene la obligación de hacer lo siguiente: Pedirle a la persona que apague su cigarro, si el cliente se niega, solicitarle que se traslade a un espacio de aire libre. 

De no hacerlo, negarle el servicio. Si continúa, solicitar auxilio a la policía estatal.

Dos preocupaciones

La primera es la baja en ventas, lo cual afecta al negocio, a la industria restaurantera en sí. Por ende, afecta a las propinas del personal del restaurante. 

Y la segunda: el no dejar de dar gusto a los clientes que quieren fumar en los restaurantes.  Y para eso existen iniciativas de amparo ante esta nueva ley.

Pero yo me pregunto, ¿Estaremos viendo por el bien propio y no el bien común?

¿Estaremos contribuyendo a seguir siendo un país tercermundista? Porque el no fumar ni en terrazas, ni en estadios, ni en conciertos, ya es un estándar global.

¿No es así como funciona este país del que tanto nos quejamos? ¿No somos los restauranteros, los primeros que debemos de cuidar la seguridad de las personas que trabajan para nosotros?

¿Por qué exponer a nuestros trabajadores, lo más valioso de nuestra empresa, a ser fumadores pasivos?

¿No escuchamos a la mayoría de fumadores, cuando exponen su deseo por dejar de fumar?

¿Qué parte no entendemos que fumar mata, y no solo al que fuma sino al que respira este humo?

¿No hemos comprobado que la comida y la bebida saben mal, después de un cigarro?

¿Por qué no subirnos al tren de la civilización y el progreso? ¿No será que estamos cegados por la avaricia y la ignorancia?

Platicando con colegas del medio, el comentario ulterior es:  

¿Y si yo acato la ley y los demás no? O todos coludos o todos rabones….

Por un lado me agrada, ya que entre líneas, ven viable el acatar la ley.

Y por otro lado no, porque sabemos que siempre existirá el empresario que se quiere salir con la suya, aquel que siente que las leyes no existen para él.

¿Será que necesitamos que el gobierno sea más duro y nos ponga multas millonarias? 

Si es así, pueden apostar a que nadie aceptaremos que nuestras ganancias se conviertan en humo. Así sea de los fumadores consentidos.

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