Restaurante Anatol
Hoy en día, es el restaurante que está en boca de todos, en el medio gastronómico del Distrito Federal. Abrió sus puertas en el 2013.
La semana pasada tuve la oportunidad pasar un días en esta ciudad, tuve desaciertos gastronómicos, de los cuales prefiero no hablar, pero todo se compensa en mi mente al haber descubierto Anatol, que forma parte del Hotel Boutique “Las Alcobas”, ubicado en la calle Presidente Masaryk y Anatol de France, de ahí su nombre.
Karina BarbieriHoy en día, es el restaurante que está en boca de todos, en el medio gastronómico del Distrito Federal. Abrió sus puertas en el 2013.
La semana pasada tuve la oportunidad pasar un días en esta ciudad, tuve desaciertos gastronómicos, de los cuales prefiero no hablar, pero todo se compensa en mi mente al haber descubierto Anatol, que forma parte del Hotel Boutique “Las Alcobas”, ubicado en la calle Presidente Masaryk y Anatol de France, de ahí su nombre.
A cargo de su cocina se encuentra el Chef Justin Emini y en manos de su esposa Mayra Victoria, está la panadería y la repostería.
La perfección de los platillos no es casualidad, Justin viene de haber trabajado con Jean Georges, y Daniel Boulud, en Nueva York, y en “El Postrio” en San Francisco.
El origen de Justin es italo-americano, y no esconde su origen toscano. El timbre de su voz, con un ligero acento italiano, te recuerda a los personajes de las películas, que se dan en las calles neoyorquinas de Brooklyn.
Desconocedor de los ingredientes y la gastronomía mexicana, hace un viaje de inmersión por la República y hoy es mas afanoso en el uso de los ingredientes locales que muchos de nosotros.
Aprovechando productos como la corvina y bacalao de Ensenada, la sal de Colima, la miel de Campeche, alubias orgánicas de Tonalá, orégano de Hidalgo, quesos tipo idiazábal y tipo cabrales de Río Frío de Juárez, queso del tío Rodo de Tabasco, miel de Yucatán, apoyando así a los pequeños productores.
En su carta, podemos ver reflejada la experiencia de haber trabajado en las mejores cocinas de Estados Unidos, por la perfección en la ejecución de las técnicas. La combinación de sabores y texturas en cada platillo. Y sobre todo, el respeto a los ingredientes.
Su influencia italiana la refleja en platillos como la burrata con caponata de berenjenas, el raviolo de la nonna relleno de ricota hecha en casa, el tagliatelle de albahaca y almeja, las flores de calabaza tempura, el flat bread de setas ahumadas, con tuétano y aceite de trufa negra.
El haber logrado con excelencia la tropicalización de su paladar hacia el gusto mexicano, lo podemos confirmar en platillos como coctel de camarón. Y la delicada sopa de frijol de Chiapas, con gremolata de cilantro y foie gras hecho en casa.
Aunque no lo crean, Justin hace que la comida entre en la clasificación de comfort food sin pretensiones, con platillos como la ensalada Caesar, los calamares fritos, consomé de pollo, la hamburguesa Anatol y el Mac & Cheese.
Los postres están a la altura del lugar, la tarta de chocolate Valrhona, son de esos postres que al probarlos se te abren los ojos más de lo normal y ya no quieres compartir…
Y la panna cotta de miel con espuma de manzanilla, con la textura perfecta. Para lograr una experiencia de 10, como la que tuve en Anatol, se necesitan mas ingredientes, tales como excelente servicio, preciso, amable y simpático.
La decoración, a cargo del estudio Yabu Pushelberg, totalmente congruente con la comida, con estos tiempos, que hoy rechazan el acartonamiento, y exige confort y belleza natural.
El pequeño comedor cuenta con mesas cuadradas y redondas chicas. Y tienen una mesa larga comunal, donde en mi cabeza ubico a jóvenes sentados, pero en la segunda ocasión que visité Anatol, estaban cenando dos señoras de 70 años aproximadamente. Me encantó.
En el día abren las ventanas para disfrutar el maravilloso clima del DF, y en la noche cierran algunas, logrando un efecto colorido con las luces de la calle, que atraviesan las ventanas de vidrio esmerilado.
Y como todo lo que tiene éxito, los ojos del amo siempre al pendiente de sus comensales, Samuel Leizorek.
Es difícil recomendar platillos, pues todos los que probé fueron de mi total agrado. Me quedo con la tarea de seguir la trayectoria de esta pareja de jóvenes chefs, quienes pronto abrirán un restaurante en Napa.