El reino de la indolencia

Guerrero es un estado fallido y en los últimos años el dominio de las bandas delictivas es evidente, y no es el único
Rubén Moreira Rubén Moreira Publicado el
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El domingo pasado la alcaldesa de Acapulco salió en defensa de la gobernadora Evelin Salgado.

Avelina López, como se llama la edil, no tuvo mejor argumento que afirmar que su compañera de partido había recibido un estado en llamas.

El senador Salgado, controvertido político y padre de Evelyn, también entró al quite y celebró que la titular del Ejecutivo estatal tuviera dotes de cantante, lo que nada de malo tiene, salvo que, en una actitud nada empática, la morenista se echó un “palomazo” mientras se daba a conocer un horrendo crimen en su entidad.

Para reforzar su lealtad partidista, y desde su escaño, el famoso “Toro” amenazó con denunciar a quienes afirmen que los actos delictivos que menudean en el país se pueden calificar como terrorismo. El delito: traición a la patria.

Guerrero en 2021 contabilizó mil 468 homicidios, mientras que en 2024 se han registrado mil 792. Por cierto, la estadística ha sido cuestionada en repetidas ocasiones.

La alcaldesa, en su imprudente defensa, trajo a cuenta Ayotzinapa y culpó a los opositores de lo acontecido a los estudiantes.

Sin embargo, omitió reconocer que sus excompañeros políticos gobernaban tanto Iguala, donde sucedieron los hechos, como la entidad.

Guerrero es un estado fallido y en los últimos años el dominio de las bandas delictivas es evidente. Los ayuntamientos pagan piso al crimen, les entregan la obra pública, la nómina y las plazas de funcionarios.

Durante el pasado proceso electoral fueron asesinados un buen número de candidatos y hace unas semanas el alcalde de Chilpancingo.

Circular por las carreteras es un verdadero peligro y los empresarios tienen que comprar la tranquilidad para poder abrir sus negocios.

A lo anterior, hay que agregar la pésima respuesta institucional a las frecuentes crisis meteorológicas, y la carencia de un proyecto de desarrollo para tan importante estado. Para la gobernadora la vida es un carnaval.

Por desgracia, lo que sucede en Guerrero se repite en otras partes del país, tal vez no con la misma intensidad, pero sí con características similares. El común denominador se llama indolencia.

Nuevo León se enfila al año más violento desde la revolución. Samuel García dejó pasar la oportunidad de retomar las buenas prácticas en el ámbito de seguridad.

Su antecesor, por ignorancia, soberbia o incapacidad, destruyó lo que Rodrigo Medina y la sociedad habían construido en la materia. Samuel, un timador compulsivo, superó en malos resultados al “Bronco”.

Por el estilo se encuentran Quintana Roo, Michoacán, Veracruz y varios más. Yo diría muchos más.

Para confirmarlo, basta leer los diarios o sintonizar los telediarios de las principales cadenas nacionales.

Aclaro: la excepción es el Canal Once, que pasó de ser un medio de excelencia a la matraca oficial del gobierno.

Me duele afirmar que veo muy lejana la paz y a la indolencia reinando. Muchos gobernadores en la fiesta.

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