Todos los días, miles de mexicanos enfrentan las carencias del sistema nacional de salud.
Fuera de los discursos oficiales, las redes sociales documentan un panorama difícil: saturación de servicios, largas listas de espera, falta de medicamentos, trato inadecuado, instalaciones deterioradas, higiene deficiente y otros problemas estructurales que aún esperan solución.
La calidad de la atención médica además de medirse por los resultados clínicos, también se evalúa por la experiencia del paciente en su interacción con el sistema.
Esto incluye el trato recibido, el estado de las instalaciones y la percepción de seguridad y confianza en el servicio.
Mejorar estos aspectos requiere herramientas efectivas, como la acreditación y certificación de los establecimientos de salud, a cargo del Consejo de Salubridad General (CSG).
Acreditación y certificación
La acreditación evalúa si los servicios cumplen criterios esenciales de capacidad, infraestructura y seguridad.
La certificación, en cambio, valida que los establecimientos alcancen estándares adecuados de calidad en la prestación del servicio.
Ambos procesos son esenciales para garantizar atención médica segura y efectiva, pero han enfrentado retos históricos derivados de modelos inerciales y políticas que priorizan cifras sobre las personas.
Durante la administración pasada, se intentó romper con estas prácticas mediante el Modelo Único de Evaluación de la Calidad (MUEC), implementado en 2023.
Este modelo buscaba superar las deficiencias de esquemas anteriores, como el Sistema Integral de Calidad en Salud (SICALIDAD), desarrollado en el sexenio de Vicente Fox bajo la dirección del doctor Enrique Ruelas Barajas y el doctor Julio Frenk; presentado como “la primera estrategia nacional orientada a mejorar la calidad de la atención médica en el país”.
El SICALIDAD operó en un entorno político diseñado para satisfacer las demandas del mercado.
Bajo este esquema, la certificación se enfocaba más en indicadores operativos que en la experiencia del paciente. Fue un modelo que, si bien promovió avances técnicos, dejó de lado el objetivo central del sistema de salud: atender a las personas, no a las cifras.
Ruta de la evaluación de calidad
El MUEC, en cambio, se enfoca en la unificación y obligatoriedad de los procesos de evaluación de calidad, con una perspectiva normativa y de Estado.
Busca garantizar estándares uniformes en las instituciones públicas, priorizando la equidad en la atención.
Su carácter obligatorio para las dependencias públicas, publicado en el Diario Oficial de la Federación (29/06/2023), refleja la intención de reforzar la rectoría estatal en la salud, estableciendo cinco niveles de calidad a desarrollar de forma paulatina y progresiva en todos los establecimientos.
Este cambio representa un esfuerzo necesario para mejorar la calidad de la atención médica que tanto urge al sistema de salud.
Malos resultados en el sexenio anterior
Sin embargo, en lugar de perfeccionar esta herramienta, el CSG, encabezado por la doctora Patricia Clark Peralta, decidió suspenderlo “hasta nuevo aviso”, argumentando que “el modelo diseñado durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha dado resultados”.
A un año de trabajo del MUEC, solo 17 de 306 unidades médicas evaluadas lograron certificarse en septiembre del 2024. No obstante, este resultado no es un indicador definitivo de éxito o fracaso.
El verdadero impacto del MUEC estaba en los cientos de establecimientos capacitados y listos para evaluarse en la próxima convocatoria.
La nueva titular del CSG determinó que se requiere un nuevo modelo de evaluación, cuyo diseño estará a cargo del doctor Enrique Ruelas Barajas.
Esto deja abierta la posibilidad de un “regreso al pasado” con políticas neoliberales similares a las de SICALIDAD, priorizando nuevamente indicadores de mercado y competitividad, en lugar de la seguridad del paciente y la equidad.
En un país donde millones dependen de un sistema público de salud, permitir que los servicios médicos queden subordinados al mercado es ineficiente e inmoral.
En los albores del segundo piso de la Cuarta Transformación, este retroceso amenaza la posibilidad de consolidar un sistema universal y equitativo que respalde a los más vulnerables.
Desafíos en el nuevo gobierno
El reto de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo será claro: ¿consolidar lo ya avanzado o bien, permitir un retroceso que comprometa los esfuerzos hacia un sistema de salud justo?
Fortalecer un modelo estatal, simplificar procesos de certificación, invertir en capacitación y garantizar estándares alcanzables, es indispensable para transformar el sistema de salud, dejando atrás intereses que nos lleven de vuelta a un pasado que parecía ya habíamos superado.