En el campo hay un dicho que reza que una cosa es la yunta de los bueyes y otra son las ganas de arar. Asimismo en el Senado de la República, que tienen el acceso a la Plataforma de Transparencia, e incluso desde ahí se trabajó una de las grandes iniciativas en la materia que se publicó en 2014 y para la que se convocó a personajes de la sociedad civil y demás, y ahora, sencillamente no dan a conocer cuánto ganan los senadores en dicha plataforma. La Cámara alta se basa en un argumento legal acerca de que los legisladores no gozan de un sueldo, sino de una dieta, que es de conocimiento público. Aquel dicho de que los legisladores son empleados del pueblo ha quedado por los suelos y ya no podrá ser utilizado por uno que otro populista, de esos que abundan. Es de pena ajena que en el módulo en que tendría que venir la cifra aparece “cero pesos”. Ahora sí que una cosa es la transparencia y otra la rendición de cuentas.
Pavlovich tiene cuentas pendientes
Aún propuesta por el presidente de la República para ocupar el consulado de Barcelona, no parece que la exgobernadora priista de Sonora, Claudia Pavlovich Arellano, vaya a librarse tan fácil de las irregularidades durante su gestión, o tal vez sí. Es muy revelador lo que ocurre en la entidad del norte del país cuando es el Partido Acción Nacional en el estado, el que presenta una denuncia ante la Fiscalía Anticorrupción del estado en contra de la exmandataria, por corrupción y posibles desvíos por ocho mil millones de pesos, y que sea su propio sucesor, el gobernador Alfonso Durazo, quien ahora parece salir a defender a Pavlovich Arellano, afirmando que ese supuesto desvío es más bien un adeudo a proveedores que ya se viene arrastrando desde administraciones anteriores. Es decir, Durazo Montaño, quien tendría los elementos desde el Gobierno para realmente emprender una investigación a fondo sobre la administración que heredó, parece más bien en sintonía con el acuerdo de impunidad del que tanto se ha hablado. Lo que hay que ver.
