La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió un criterio, bastante severo, acerca de la controversia constitucional suscitada por la falta de publicación de decretos legislativos, por parte del secretario de Gobierno, Javier Navarro.
El ministro instructor de la Corte, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, negó la suspensión a esta controversia asegurando que Navarro puso en peligro el orden jurídico mexicano por no publicar las iniciativas.
Palabras más, palabras menos, Zaldìvar afirmó que Navarro pone en riesgo la Constitución, y como abogado tendría que saber que esto se trata de algo muy grave. Quizás no tomó las clases referentes a la Carta Magna, por ello no conoce las repercusiones que sus actos le pueden traer.
Una de ellas, sería que, con este precedente, podrían reforzarse los argumentos para llevarlo a juicio político.
Sin embargo, lo más lamentable es el intento de engañar a la ciudadanía al emitir comunicado en el que aseguran que la Corte no ordenó publicar las iniciativas.
Pese a lo dicho por el secretario de Gobierno, al ser negada la suspensión, por ser un ordenamiento constitucional, se tiene la obligación de publicar las iniciativas inmediatamente.
Primer paso para nuevo fiscal
También otro tema que destrabó, en un primer paso, la Suprema Corte de Justicia, fue el proceso para nombrar al nuevo fiscal de Nuevo León, tal como se previó en este espacio.
Por lo pronto, fue negada la suspensión de la controversia constitucional al Gobierno central, lo que abre la puerta a publicar la iniciativa aprobada por el Congreso, quitándole así la facultad de veto al gobernador, en el nombramiento del nuevo fiscal.
Respecto a la negativa de otorgar la suspensión, pareciera que el proyecto de sentencia va en el mismo sentido.
Nos dicen que los diputados del PAN y PRI solo esperan la resolución final para, de manera rápida, nombrar al nuevo fiscal.
Esto explicaría, en parte, los intentos sistemáticos de desprestigiar a la Fiscalía por parte los legisladores y dirigentes de Movimiento Ciudadano, situación que evidencia que los emecistas son malos jugadores políticos, pues no saben perder y comienzan a echar culpas a otros.