El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dejará oficialmente su cargo el próximo lunes, y como se adelantó en este espacio, su visita de la semana pasada a Nuevo León fue la última como canciller, sin embargo,no tardará en regresar a la entidad.
Nos aseguran que Ebrard regresará a tierras neoleonesas el próximo 24 de junio, ya como aspirante a la candidatura presidencial de Morena y por ende con mayor libertad de movimiento, por lo que se espera que a este encuentro acudan ciudadanos comprometidos con el proyecto.
Es en este punto en que la exdiputada federal de Morena, Guillermina Alvarado, quien es la mujer más cercana al aún canciller en Nuevo León, así como Jesús Blanco, un importante operador político, tendrán que trabajar para el éxito del evento, pues será el primero en el que se muestre como aspirante y el estado es clave para su proyecto.
Nos dicen que la primera opción para realizarlo sería una sala en Cintermex, y la segunda podría ser La Nave Lewis del Parque Fundidora.
Sin duda, un punto en el que tiene que trabajar Marcelo, es en robustecer su equipo en esta entidad, Veremos si llegan personas entusiasmadas con el proyecto de Ebrard.
El “dedazo” de Treviño
Las candidaturas independientes resolverán, en caso de llegaran a ganar un cargo de elección popular, los vicios que se tienen en los partidos al seleccionar a los candidatos, por ejemplo, la práctica conocida como “dedazo”.
Pero para el alcalde sin partido, Miguel Treviño, esto no aplica pues ha retomado estas viejas costumbres que tanto daño le han hecho a la democracia.
Resulta que, dentro de su grupo de funcionarios independientes del municipio de San Pedro, Treviño impulsaba a Valeria Guerra, quien hasta el pasado martes se desempeñaba como secretaria del Ayuntamiento, para que fuera su sucesora.
Guerra renunció a su cargo y, de la nada, nos dicen, Treviño decidió que Vivianne Clariond Domene, hija del exgobernador interino, Benjamin Clariond, podría ser su sucesora en la alcaldía de San Pedro.
Esto evidencia que Treviño busca, a toda costa, que alguien de su grupo ocupe el cargo que dejará, tal como sucede elección tras elección en los partidos políticos.
