El anuncio de que el PRD pondrá “en pausa” su participación en su participación en el Comité Organizador del Frente Amplio por México, tras la exclusión de Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera, suena más bien a una medida de presión del Sol Azteca, y específicamente por parte de su dirigente nacional, Jesús Zambrano, para obtener un mejor reparto en la negociación de la alianza tripartita, que no sería otra cosa que la definición de la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en favor de un perredista. Vamos a ver si la “jugada” no le termina siendo contraproducente para Zambrano y su grupo político, porque otra lectura que se le ha dado a la decisión de dejar fuera a Aureoles y Mancera es precisamente que algunos priistas, pero sobre todo panistas, lo que quieren es orillar al PRD a abandonar la coalición, pues lo ven más como un lastre. Veremos.
Cónclave naranja
Sin duda la división que empieza a gestarse en el Frente podría tener repercusiones también en Movimiento Ciudadano. Precisamente hoy el partido naranja tendrá una reunión nacional en donde se podría definir en gran parte su papel y ruta política hacia los comicios del próximo año. Seguramente la inconformidad del PRD y la sombra de la ruptura cargará de razones los emecistas, como Dante Delgado, que rechazan sumarse a la coalición, aunque hay muchos que van en el sentido contrario y ven positivo formar un solo bloque opositor. Hoy se puede empezar a vislumbrar qué bloque acaba pesando más.
Acoso en San Jerónimo
Volvió el ambiente tóxico en los pasillos de los edificios de la CNDH en San Jerónimo. Nos cuentan que, como una manera de tener controlado al personal, en todas la áreas de la comisión, Francisco Estrada, secretario Ejecutivo del organismo garante de los derechos humanos, utilizó la fórmula clásica represora: se permitió la instalación de cámaras de video en el interior de oficinas de la CNDH durante las vacaciones. Incluso pusieron cámaras hasta afuera de los baños, de acuerdo con versiones, ese es un exceso y tendencioso a la vigilancia de esclavos, lo que en el derecho internacional está prohibido. Pero, en la actual defensoría del pueblo –nos dicen– no hay límites para sembrar odios internos.
