Ante los reclamos que enfrentó Petróleos Mexicanos (Pemex) acerca del abasto de medicamentos en sus clínicas, un notario público certificó que la atención y suministro de medicamentos a derechohabientes funciona al 100 por ciento en el sistema de salud de la petrolera, lo cual corrobora y valida lo informado por la propia empresa. Y es que hemos visto que en los últimos meses el propio director, Octavio Romero Oropeza, realizó recorridos por clínicas y hospitales para confirmar lo anterior, puesto que la mejora del sistema de salud que atiende a 750 mil derechohabientes, entre trabajadores activos, familiares y jubilados, es una de las prioridades del directivo. Según la información de la empresa, entre 2020 y 2022 se abatió el rezago quirúrgico en un 91 por ciento a nivel nacional, mientras que los tiempos de programación de las cirugías electivas disminuyeron de 120 a 60 días en promedio, lo cual responde de manera oportuna a las inconformidades que en su momento manifestaron algunos trabajadores, además de que avanza con los compromisos de la paraestatal.
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Tanto se habla, prácticamente a diario, durante las conferencias mañaneras contra los conservadores por el daño que le hacen a México, que cada día extraña más que ese mismo foro sirva para atacar en tiempos recientes, de manera recurrente, a la Universidad Nacional Autónoma de México, con la clara intención de desprestigiarla. La UNAM, institución que tanto le ha costado a los mexicanos durante décadas, es también la que ha dado educación profesional a cientos de miles de mexicanos sin recursos que solo tenían esa opción y que, gracias a la formación universitaria recibida, lograron salir de la pobreza y la marginación. Justo por eso, dicen algunos, los propietarios de las universidades particulares en el país, algunas de orientación y militancia conservadora confesa, se relamen los bigotes al ver que desde el púlpito presidencial les hacen el mejor trabajo de promoción, prácticamente todos los días, al ahuyentar con tantos ataques a los jóvenes mexicanos de la UNAM. ¿De verdad vale tanto una ministra tramposa?