¿Quiénes son tus maestros?

Desde la perspectiva de que todos estamos en la escuela de la vida, si Dios es el director y nosotros somos los alumnos, ¿quienes serán los maestros? 

Ahora que tenemos claro que venimos a equivocarnos y a aprender de nuestros errores para poder ser felices la pregunta es: ¿por qué la gente comete sus errores conmigo?

En la escuela, un maestro es el que te pone un problema para que lo resuelvas, aprendas y puedas pasar a la siguiente materia. Muchos creímos que al graduarnos nos íbamos a olvidar de las tareas y de los maestros y no fue así.

Annette Manautou Annette Manautou Publicado el
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Desde la perspectiva de que todos estamos en la escuela de la vida, si Dios es el director y nosotros somos los alumnos, ¿quienes serán los maestros? 

Ahora que tenemos claro que venimos a equivocarnos y a aprender de nuestros errores para poder ser felices la pregunta es: ¿por qué la gente comete sus errores conmigo?

En la escuela, un maestro es el que te pone un problema para que lo resuelvas, aprendas y puedas pasar a la siguiente materia. Muchos creímos que al graduarnos nos íbamos a olvidar de las tareas y de los maestros y no fue así.

Todo aquel que me pone un problema es mi profesor y no necesariamente lo sabe. 

¿Qué necesito hacer yo con ellos? Lo mismo que hace un niño cuando se acaba el año y se despide de su maestro, le agradece. Entonces vamos a empezar por quitarle el título de malos a los que creemos que nos hacen la vida cansada.

Si yo no sé sumar, el profesor Juan me va a traer un problema de sumas, si repruebo ahora me va a tocar el profesor Roberto y me va a traer el mismo problema de sumas y así sucesivamente hasta que aprenda a sumar. 

El maestro no fue un mal instructor, fui yo quien no quiso aprender la lección y tuve que repetir la materia.

¿Ahora entienden porqué repetimos patrones y por qué escogemos al mismo tipo de persona como pareja una y otra vez? 

Esas personas solo vienen a hacerme el favor de traer el problema que yo necesito solucionar, entonces nuestra misión es aprender a ver a toda la gente que en algún momento nos causó malestar, nos quitó la paz, nos hizo llorar, nos hirió en lo más profundo de nuestro ser, nos sacó lo peor de nosotros o nos traicionó, como maestros.

Si solo estoy aquí para aprender a ser feliz, y yo no sé ser feliz con las mentiras, exactamente eso es lo que voy a tener que experimentar las veces que sean necesarias hasta que aprenda a adueñarme de mi felicidad, hasta que a pesar de la mentira, yo sea feliz. 

Ese día van a desaparecer todos los mentirosos de mi vida. Igual pasa con la traición, la infidelidad, la violencia, etc.

Te preguntarás cómo hacer para que eso pase, es muy sencillo; comprender y aceptar que todo lo que te arrebataba tu paz no depende de ellos, sino de ti. Eres el único que puede elegir estar bien a pesar de lo que suceda. Si logras hacerlo, la felicidad es tuya. 

Pregúntate qué es lo que más te molesta y de seguro encontrarás que aparece a menudo en diferentes situaciones de tu vida.

Entonces todo lo que sea capaz de llevarse tu felicidad es lo que tus profesores llamados papás, hermanos, amigos, hijos, jefes o pareja te han venido a enseñar y entre más rápido aprendas, más rápido se van a ir o van a dejarte de dar problemas porque ya no los vas a necesitar.

El mentiroso no va a dejar de existir, pero en la medida que tu comprendas la mentira y sepas ser feliz a pesar de ella, el mentiroso va a dejar de existir en tu mundo, porque ya no necesitas ese entrenador. Se puede ir a entrenar a otra persona, o se va a quedar y ya no te va a afectar. 

Si atraes situaciones difíciles a tu vida es porque tu necesidad de aprendizaje es la que define tu mundo exterior y no al revés.

A medida que comprendas y aceptes lo que pasa en tu vida, es como vas a ir adueñándote de tu felicidad.

¿Quiénes son tus profesores? Haz una lista y diles “gracias”.

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