El hueco que hace años dejó Colosio no se ha llenado, cuatro mexicanos se han sentado ya en la silla que alguna vez le perteneció, pero ninguno la ha llenado como la hubiese llenado él.
Hace 20 años pedíamos justicia, ahora pedimos un líder.
¿Cuándo sabremos quién fue el autor intelectual del asesinato de Luis Donaldo Colosio? La verdadera y única respuesta es nunca; simple y sencillamente porque no es costumbre conocer en la historia a los autores intelectuales de los magnicidios.
A los “grandes” los mandan matar los “grandes”. ¿Quién mandó matar al archiduque José Fernando, sobrino del emperador de Austria, de cuya muerte se encendió la mecha que provocó la Segunda Guerra Mundial? ¿Quién mandó matar a los hermanos Kennedy o a Lincoln? Quizá lo sepamos todos, pero nunca habrá culpables.
Ese político sonorense, que alguna vez se definió como una águila, “porque -le gustaba decir a sus colaboradores más cercanos- me gusta volar alto y solo”, que cursó sus estudios de economía en el Tec de Monterrey y posteriormente en Estados Unidos y en Austria, que aspiraba gobernar la nación, ha llegado más lejos de lo que nunca hubiera pensado: al morir, se metió definitivamente en el pueblo de México.
A Colosio ya no lo vamos a recuperar, el autor intelectual de su muerte se irá a la tumba con el corazón podrido, pasarán los años y el trágico evento aparecerá en los libros de texto diciendo escuetamente que alguien lo mandó matar, que el pueblo pedía justicia, pero ésta nunca llegó, o bien que las investigaciones van muy avanzadas.
En lo económico, Colosio buscaba una economía al servicio del hombre. Si Salinas había traído riqueza al país, Colosio quería que se distribuyera. En lo político, si Salinas había llegado al poder sin consenso, él quería llegar por clara mayoría, por eso hablaba de la reforma del poder, que no significa otra cosa sino que la autoridad, el poder, vienen dados por el pueblo, por la gente.
Colosio soñaba con darle a cada mexicano lo que nunca ha tenido: el convencimiento de que el poder lo tiene él y por delegación suya quien gobierna. En lo educativo buscó siempre más lo cualitativo que lo cuantitativo porque tenía el convencimiento profundo de que únicamente ayudando a pensar y a razonar a cada mexicano habría hombres y mujeres capaces de elegir por sí mismos y de marcar su propio destino, para marcar luego el de la nación.
A 20 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, quien dijo ver un México con hambre y sed de justicia, su hija Mariana hizo un llamado a no depender ya más de una sola persona.
“Alguna vez escuché de un México con sed de justicia, hoy escucho y veo un México despierto, consciente”, decía hace días la huérfana ante la estatua de su padre en su natal Magdalena de Kino, “veo una generación de mexicanos tomando las riendas de su país, entendiendo que un presidente no es el único responsable, sino sus 120.8 millones de ciudadanos, donde cada uno participamos diariamente para que llegue tan lejos como siempre hemos visionado”.
Si finalmente nadie mató a Luis Donaldo y su hija Mariana ha dicho hace días lo que dijo ¡que viva Colosio!