¿Qué se espera del nuevo Papa?
Estos son algunas de las consideraciones expresadas por varios Cardenales en entrevistas a los medios sobre el perfil del nuevo Papa que la Iglesia necesita en estos momentos:
> Ha de ser un hombre de profunda fe y oración, un hombre de Dios que con su testimonio de vida trasmita el mensaje evangélico.
> Que dé prioridad a la vivencia de la fe y a la evangelización adaptada a las diferentes situaciones culturales.
Mons. Abelardo Alvarado AlcántaraEstos son algunas de las consideraciones expresadas por varios Cardenales en entrevistas a los medios sobre el perfil del nuevo Papa que la Iglesia necesita en estos momentos:
> Ha de ser un hombre de profunda fe y oración, un hombre de Dios que con su testimonio de vida trasmita el mensaje evangélico.
> Que dé prioridad a la vivencia de la fe y a la evangelización adaptada a las diferentes situaciones culturales.
> Que continúe con el esfuerzo de purificación al interior de la Iglesia (acabar con la inmoralidad y la ambición de poder de los clérigos) para hacer creíble su predicación. Cero tolerancia sobre abusos sexuales del clero.
> Que esté en una edad intermedia, con suficiente vigor y fortaleza; de entre 65 a 70 años de edad. La nacionalidad no sería determinante.
> Que sepa comunicarse con el mundo y con la cultura actual. Con experiencia pastoral para saber proponer el contenido de la fe con claridad y convicción, utilizando las nuevas tecnologías de la comunicación.
> Que busque atraer especialmente a los jóvenes, la mayoría de ellos alejados de la Iglesia.
> Capaz de promover el diálogo ecuménico e interreligioso.
> Que responda a los desafíos de la Iglesia en este momento: rechazo de Dios, secularismo, abandono de la fe, relativismo, pobreza, marginación, exclusión, migraciones, que hacen necesario difundir y promover la doctrina social cristiana y la práctica de la caridad y la justicia.
> Que lleve a cabo la reforma de la curia. Revisar la relación de la curia con los diferentes episcopados. Más representatividad de la universalidad de Iglesia, más colegialidad, que implica cierta descentralización de la autoridad. Mejor administración con más transparencia, especialmente en el manejo de las finanzas. Menos burocracia para que esté realmente al servicio del Papa en el gobierno de la Iglesia.
> Hay quienes piensan que el nuevo Papa debe modernizar a la Iglesia (el “aggiornamento” del que tanto se habló después del Concilio. Se piensa que esta modernización se debe realizar en el campo de la moral sexual y de la bioética: permitir el uso de los anticonceptivos, las relaciones prematrimoniales, el celibato opcional del clero y la ordenación de hombres casados. El sacerdocio femenino, la aceptación de los homosexuales, los experimentos con células germinales, etc. etc. Ciertamente son estas propuestas equivocadas. No es esta la modernización que la Iglesia necesita.
Hay varios otros temas que preocupan a los Cardenales, por ejemplo, sobre la interpretación del Concilio Vaticano II en continuidad o no con la tradición; significado de una eclesiología de comunión, etc.
Parece superfluo afirmar que son tantos desafíos que tendrá que enfrentar el nuevo Papa que se requeriría un hombre extraordinario.
No se nos olvide que por una parte la Iglesia es una institución formada por hombres, que necesita estar en permanente conversión y trasformación, y que por otra parte la barca de la Iglesia la conduce Cristo.
Son tranquilizadoras las palabras de Benedicto XVI cuando, a punto de su retiro, refiriéndose a su pontificado expresó:
“Existieron también momentos en los cuales las aguas estaban agitadas y el viento era contrario (…) Pero siempre he sabido que en esa barca estaba el Señor y que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya y no la deja hundir”. (Homilía 28 de febrero de 2013).