A pesar de las extraordinarias aportaciones que la humanidad ha puesto al servicio de nuestro desarrollo y evolución como especie sobre el planeta, los seres humanos hasta ahora, no hemos sido capaces de despojarnos de los más bajos instintos, inherentes a nuestra tribu, qué a lo largo de la historia han producido incontables crímenes de lesa humanidad; exterminios de todo tipo, guerras, genocidios, marcados todos ellos con el signo de la inhumanidad que se muestra invariablemente en diversos actos de crueldad, barbarie, ferocidad, insensibilidad, con una evidente falta de humanidad.
Basta con revisar lo que sucede actualmente en distintas regiones del planeta (Medio Oriente y Norte de África, Asia, Asia-pacífico, Europa y Eurasia, América y África Subsahariana) para comprender mejor la fragilidad de nuestra humanidad causada por estos conflictos a los que hay que agregar los más recientes como la invasión rusa en Ucrania y hace apenas unos dias, el salvaje y criminal ataque terrorista de Hamás contra la población israelí. Todos estos eventos son provocados por distintas causas, —politicas, económicas, étnicas, religiosas, terrorismo— que degeneran en indescriptibles hechos de violencia.
La degradación de nuestra humanidad por la presencia en nuestras vidas de los referidos actos de crueldad desprovistos de piedad y compasión, deben ser un poderoso llamado de atención a gobiernos de todo el mundo, particularmente en nuestra América Latina, quienes deberán atender prioritariamente todo lo relativo a la protección del llamado capital social de las naciones para evitar un mayor deterioro de nuestra humanidad.
En Israel, en Palestina, en Ucrania como en México y en todas las naciones del mundo, sin importar raza, religión, cultura, o color de la piel, somos seres humanos, ciudadanos del mundo al fin, quienes requerimos activar nuestra sensibilidad para evitar caer en la indiferencia a lo que sucede tanto en las guerras, como en los pueblos que sufren las consecuencias del terrorismo, limpieza étnica, hambrunas, enfermedades incurables mal tratadas entre otras calamidades.
Nuestra postura es a favor de la paz, del respeto a la dignidad de las personas. Que nadie guarde silencio ante la barbarie, ni se esconda en supuestas neutralidades que solo sirven a los agresores. Condenamos los actos terroristas de Hamás en contra el pueblo israelí. Del mismo modo expresamos nuestra solidaridad humana a las víctimas de la guerra que tanto sufren en ambas partes de los conflictos.
En las escuelas se deberán incorporar materias para enseñar a los niños y jóvenes el valor de la tolerancia, del respeto, de la mediación, el amor por la vida y la naturaleza. Si bien es cierto la paz se acuerda entre enemigos, la paz, y el respeto son valores que deberá ser enseñados y cultivados en las presentes y futuras generaciones por el bienestar de todos.