No cabe la duda, la clase política demuestra que después de años de la cantaleta de corrupción, de riquezas inexplicables en manos de servidores públicos y de la búsqueda de un nuevo México, las fortunas de políticos continúan apareciendo. No cambian.
Podríamos mencionar los casos de los ex gobernadores de Tamaulipas: Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, a quien ayer le catearon varias propiedades.
O la riqueza inexplicable del candidato del PRI a la alcaldía de Monterrey Felipe Enríquez, a quien su compadre Enrique Peña Nieto debe estarle pidiendo: “no me ayudes compadre”.
Pero esta semana está aquí el caso de la familia del actual gobernador Rodrigo Medina de la Cruz.
Papá Medina, Humberto Medina Ainslie, salió por piernas de Coahuila cuando le giraron una orden de aprehensión, acusado de haberse internado en los almacenes fiscales de la secretaría de Hacienda Pública para sacar de ahí equipo médico que había sido confiscado.
Pero a su huída, en Nuevo León fue bien recibido por el ex gobernador Natividad González Parás, quien ya había adoptado a su hijo Rodrigo en la subsecretaría de Gobernación.
Natividad contrató a Humberto Papá Medina como Consejero Jurídico de la administración estatal con un sueldo aproximado de 100 mil pesos mensuales.
Esto mientras el entonces diputado federal por el segundo distrito, Rodrigo Medina, se convertía en el nuevo Secretario de Gobierno en 2007, en sustitución de Rogelio Cerda.
Y el hermano de Rodrigo, Alejandro, trabajaba en el despacho de abogados de la familia, donde hasta hoy, no hay un solo caso en el que hayan destacado por pericia jurídica.
Por ello sí destaca, que ahora tanto Humberto Papá Medina, como su hijo Alejandro, sean ambos prósperos empresarios inmobiliarios en San Antonio Texas.
¿De dónde? ¿De a cómo?
No hay explicación para que la familia del gobernador haya obtenido en primera instancia un terreno de 4.5 millones de dólares en una de las zonas más nice al norte de San Antonio.
En terreno de Sundance Ranch en el Condado de Bexar.
Fraccionamiento donde Los Medina lotearon y hasta en asociación con una compañía inmobiliaria construyeron residencias que venden en unos 400 mil dólares en promedio.
Pero eso no fue todo.
Quizás para borrar la huella de sus transacciones millonarias inmobiliarias, los abogados, ahora fraccionadores, continuaron adelante y en sociedad con otro inversionista adquirieron tierras en Clear Water Ranch.
Donde muy acorde con su estilo, lotearon para fraccionar pero sin el permiso de la Comisión de Medio Ambiente de Texas.
Y ahora resulta que quienes adquirieron lotes ahí no puede construir porque la zona está arriba de un acuífero muy importante denominado Edwards.
Ahí Los Medina habrían invertido 6 millones de dólares.
Y ahora ni el gobernador, ni su hermano el abogado fraccionador y mucho menos su padre el ex Consejero Jurídico y Notario Público, dan la cara para explicar su riqueza que se percibe como inexplicable.
Si no sacaron los primeros 4.5 millones de dólares de sus sueldos, porque no dan para eso.
Tampoco de su despacho de abogados, donde no hay litigios millonarios.
Y menos de una notaría que lleva días acéfala. ¿De dónde salió el dinero de Los Medina?