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Pesan las jerarquías

En el triunfo del América no hubo milagro, tampoco el Herediano de Costa Rica era un flanecito para comérselo de seis cucharadas copeteadas con todo y caramelo, este equipo había humillado al América hace un par de semanas allá en San José, poniéndolo contra las cuerdas.

Tampoco era un juego de la aburrida fase de grupos, era una Semifinal que arrancaban las llamadas Águilas con un 3-0 en contra.

En el triunfo del América no hubo milagro, tampoco el Herediano de Costa Rica era un flanecito para comérselo de seis cucharadas copeteadas con todo y caramelo, este equipo había humillado al América hace un par de semanas allá en San José, poniéndolo contra las cuerdas.

Tampoco era un juego de la aburrida fase de grupos, era una Semifinal que arrancaban las llamadas Águilas con un 3-0 en contra.

Sí, no fue milagro, fue una hazaña bien trabajada a base de convicción, garra, trabajo en equipo, fuerza, seguridad y mucho corazón, empujados por esos 80 mil aficionados que representaron con honor a los millones de americanistas que hoy festejan con justicia, la remontada histórica con un 6-0 lapidario sobre Herediano de Costa Rica, para meterse a la Final de Concachampions y lo que venga. 

América juega a lo grande como solo su prestigio, a veces tan olvidado por ellos mismos puede exigir, tenía que meter de menos tres para mantenerse vivo, hace cinco sin respuesta solo en el primer tiempo, para ser controladores de su propio destino

hazaña pura, ya el sexto fue para la anécdota y para que la tribuna siguiera festejando.

¡América, América y ya!

América salta a la cancha del Estadio Azteca, que lució lleno hasta las pantallas de esa pasional y fiel afición apoyadora hasta más allá de cualquier cálculo, con la obligación de hacer de menos tres goles para mantenerse vivo en la Semifinal de Concachampions.

El primero en gran jugada que Darwin rubrica llega muy temprano, tal y como el América requería para poner a temblar a estos ticos de Herediano muy bravucones por esa ventaja, “casi definitiva” decían allá en Costa Rica, “se puede remontar” decíamos por acá, cuestión de enfoques.

El segundo viene muy pronto, el tercero es consecuencia del segundo y ya con esto al minuto 25, Benedetto anota su tercer gol de la noche y América recupera el control de la serie. Al minuto 32 llega el 5-0, también de Benedetto y con ese marcador lapidario se van al descanso con el festejo parcial de la afición americanista que se cuenta por millones, 80 mil de ellos presentes en el Azteca, el sexto gol fue solo para completar la historia.

No todo es cantar goles

Por ahí el arquero “dos” del América, Hugo González saca la cara  y la casta sacando dos que pudieron desviar el rumbo de la serie, su actuación pesó en el partido, ni duda cabe.

El que sí se atreve

El gol del empate es un portento, el uruguayo Rodrigo Mora hace una volea de gente grande de esas que ni Nahuel Guzmán detiene, golazo, 2-0 y cada quien para su casa.

El mérito de Rodrigo Mora es atreverse a intentarlo, no dudar ni un segundo a pesar de que el tiempo estaba encima, pudo fallar, pudo abanicar, pudo volarla, ese miedo al fracaso no existió en el uruguayo, seguramente contagiado por el orgullo de vestir la playera de la franja roja de la leyenda de River Plate.

RIVER saca la casta recurriendo a su leyenda, a su historia, a su jerarquía y así empata este juego que cinco minutos antes daban por perdido.

Tigres, zona de confort

La realidad es que enfrente Tigres se había ubicado en la zona del conformismo, esa chocante actitud en la que se da ya todo por hecho, dejan de pelear, de tirarse a fondo, se salen mentalmente del juego, el primer gol que reciben es una muestra de ello pero ni ahí reaccionan, esperan solo el silbatazo, arrastran als piernas, se embelesan del canto de la tribuna y así les empatan.

Un empate con sabor amargo, un empate en el que a pesar de estar calificados en primero del grupo se pierde confianza y solidez, llega la frustración, es la diferencia entre un River que sabe esgrimir y honrar su jerarquía y un Tigres de chispazos que no está proyectado a formar su propia historia, su propia jerarquía, es más los actuales no parecen conocer ni les interesa su propia historia… Así de fácil.

La gran historia de River Plate

La gran diferencia entre el River Plate del miércoles y los Tigres es, aunque mucho duela, la jerarquía, el compromiso con la historia y con la leyenda, los de River siguen peleeando cada centímetro y cada jugada aún y a pesar de ser claramente superados por los del “Tuca”, no solo con el 2-0 en contra sino en el accionar del juego.

Esta actitud de vergüenza profesional, de compromiso con su camiseta y lo que representa les obliga a tirarse al frente a conseguir lo que sea. 

Para meter el segundo antes hay que hacer el primero, lo logran en un error de los centrales de Tigres que ya se veían festejando casi en Vuelta Olímpica con su muy fiel afición, el segundo cae tres minutos después cuando el árbitro ya veía el cronómetro, el juego terminaba, River requería al menos del empate para sobrevivir en la Libertadores tan suya.

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