El inicio del final

En la recta final del mandato del presidente Enrique Peña Nieto no hay nada seguro, excepto una cosa. El costo político de las acciones del gobierno federal, que encabeza uno pero conforman muchos, lo está asumiendo el Presidente de la República.  

 

Rodrigo Villegas Rodrigo Villegas Publicado el
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En la recta final del mandato del presidente Enrique Peña Nieto no hay nada seguro, excepto una cosa. El costo político de las acciones del gobierno federal, que encabeza uno pero conforman muchos, lo está asumiendo el Presidente de la República.  

 

Sigo creyendo que la visita de Trump, y más aún el encuentro, los dimes y diretes en el aftermath, posicionan a México. Si uno lo piensa bien, es la primera vez en la historia contemporánea que un Presidente se hace de palabras con un candidato a la Presidencia de Estados Unidos. Esa noticia le dio la vuelta al mundo, y hay que recordar que no existe tal cosa como la mala mercadotecnia. 

 

Sin embargo, nuestra idiosincrasia y el ego político de algunos en el gabinete, no sólo no creyeron en el sentido de la jugada geopolítica sino que no se la perdonaron al Presidente. 

 

Y como si se tratara de una novela romántica, el mandatario tuvo que sacrificar a su más cercano colaborador, Luis Videgaray. 

 

Acto seguido al pronunciamiento del inquilino de Los Pinos, la ofendida canciller Claudia Ruiz Massieu y el secretario de gobernación Miguel Osorio, juntos en una firma de convenio. 

 

En ese sentido, Videgaray pasa a formar parte de las filas en las que se encuentran figuras que gozan de poder y libertad, pero que sobre todo perdonan pero no olvidan, como Manlio Fabio Beltrones. 

 

Ingenuo creer que el Presidente no seguirá consultando a Videgaray, que con su renuncia Peña Nieto pretende reconquistar la confianza pública y de pasada curar las heridas que el episodio Trump contrajo. Ahora bien, la designación de Luis Miranda como secretario de Desarrollo Social tendría un mensaje entre líneas. Y es que con el exsecretario de Hacienda fuera de la jugada, uno creyera que todo está dicho y que el hidalguense tiene el camino libre para ser el abanderado por el PRI en el 2018, pero no tan rápido. 

 

Luis Miranda Nava, no sólo es el leal operador político y amigo del Presidente, también fue los ojos y oídos del peñismo en Bucareli. Ahora en la recta final, administrará aquella añeja plataforma electorera llamada Sedesol. Y aunque Osorio tiene dos alfiles en dicha dependencia, Paula 

Hernández al frente de Prospera y Nuvia Mayorga como comisionada de los Pueblos Indígenas, todavía faltan dos años, en los que mucho, todo o nada puede pasar. 

 

Para el secretario de Gobernación, serán dos años de prueba. Sin su aparente rival político en el gabinete, y con la necesidad de sortear todos los episodios pasados y los retos que vengan, también empieza poco a poco el momento de proyección como posible candidato. Pero al mismo tiempo que se va cerrando el trecho, todos aquellos con sentimientos heridos, inconformes, y oponentes naturales irán haciendo más ruido. Y algunos intentarán desviar su candidatura y otros más con intereses económicos ya iniciaron el acercamiento con quien indudablemente será la abanderada del PAN. 

 

En esta hoguera política, los colores se están diluyendo y el presidencialismo continúa perdiendo forma. 

 

Bien dicen que el poder es un lugar frío y oscuro, en el que se está completamente solo. Si no pregúntenle al presidente Peña Nieto y al secretario Osorio Chong.

 
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