Qué casualidad que a un par de días de la visita de Barack Obama a México, los periódicos The Washington Post y The New York Times hayan salido al mismo tiempo con notas que cuestionan gravemente a Enrique Peña Nieto.
Por una parte, y sin presentar ninguna evidencia, el influyente periódico de Washington señala que el gobierno de Enrique Peña Nieto ha empezado a negociar con los capos del narcotráfico y a distanciarse el gobierno americano. En tanto que el The New York Times, en el cual tiene una importante participación Carlos Slim, dice en su primera plana que en México se ha desatado una especie de revolución violenta en contra de Peña Nieto.
Los que tienen más experiencia en este tipo de visitas sostienen que no es la primera vez que suceden cosas, y más como estas, cuando está por darse un encuentro entre los dos presidentes para “ablandar” al mexicano.
Algunos más sostienen que es probable que alguna agencia como la DEA esté interesada en obligar a Peña Nieto para poder hacer lo que hacían en tiempos de Calderón.
Y desde luego, no falta quien afirme que este anticipado “escandalo” es parte de una conspiración de los emisarios del pasado, a quienes les estorba la forma de gobernar de Peña Nieto.
Permanecerán en el Pacto
A pesar de que la Comisión Política de Acción Nacional resolvió condicionar la permanencia del partido en el Pacto, lo cierto es que los albiazules resolvieron que no se irán.
Sabedores de que perderían más si se van, lo panistas resolvieron olvidar su determinante exigencia de la remoción de Rosario Robles y del gobernador Veracruz, Javier Duarte.
A las últimas, la exigencia se redujo al establecimiento de la condición mínima de que el gobierno castigue a los responsables y que se “blinden” los programas sociales durante la temporada electoral.
Para que la cuña apriete
Con la denuncia presentada por el expresidente del PAN Manuel Espino en contra de Miguel Ángel Yunes, los panistas pasarán de la ofensiva a la defensiva, en el interescuadras veracruzano.
Y es que el ahora panista Miguel Ángel Yunes difícilmente podrá acreditar cómo se fue haciendo de tantos inmuebles a lo largo de su carrera en la política y en el servicio público.
Yunes, a diferencia de su paisano Fidel Herrera, ni siquiera tiene el pretexto de haberse sacado dos veces el premio mayor de la Lotería Nacional.
