Pantomima social
Los Corruptos
La simplificación administrativa quedó como refrán noventero. La nueva reforma y la ley anti-lavado, suena mas bien a terrorismo fiscal. Tendremos que dar cuenta de todas nuestras actividades nano-económicas a Lolita. ¿Quién compra?, ¿quién vende?, ¿quién renta?
Marcela Garza AguirreLos Corruptos
La simplificación administrativa quedó como refrán noventero. La nueva reforma y la ley anti-lavado, suena mas bien a terrorismo fiscal. Tendremos que dar cuenta de todas nuestras actividades nano-económicas a Lolita. ¿Quién compra?, ¿quién vende?, ¿quién renta?
Con una voracidad de cobrarle a quien si trabaja, produce y genera PIB en este país, mas impuestos, el Secretario de Hacienda y el Congreso, que solo contesta ¡sí, señor!, en demostración absoluta del poco poder que tiene el poder legislativo, muestra sus garras a lo que parece un cobro personal de cuentas.
Reconocemos una necesidad de reformar, pero primero exigimos una solución al uso indebido que tienen nuestros impuestos cuando llega al poder político.
Parece que no han sacado las cuentas de lo que nos cuesta, a los ciudadanos, un gobierno corrupto, que paga propiedades, fiestas, aviones, desarrollos en el extranjero, y que nadie hace nada para detenerlo.
Si tan solo a un gobernador le descubrieron desvíos por 5 mil millones de pesos en un año –y eso es de lo que se dieron cuenta-. Un alcalde de un municipio pequeño como lo es Montemorelos en Nuevo León, desvió en “gasolina”, 2 millones de pesos. ¿Cuánto podrá sumar el desvío de 32 Estados, 2 mil 440 municipios y 16 delegaciones? Estamos hablando de miles de millones de pesos o hasta de dólares.
Los Hipócritas
Las Asociaciones Civiles cuentan sus días. Universidades, iglesias y asociaciones de beneficencia, ven como la nueva reforma dará un fuerte golpe a la recaudación de fondos.
En el pasado, el gobierno –reconociendo su limitación de ayudar a los más necesitados- hizo una labor de equipo con la AC, convirtiéndola en el proveedor oficial de soluciones sociales. Por eso se le autorizó a las empresas a donar parte de sus utilidades haciendo posible deducirlas de sus impuestos.
Algunos empresarios, crearon fundaciones distorsionando el alma de las verdaderas AC. Las convirtieron en maquinas de promoción para parecer ser una empresa social, y se beneficiaron del marketing de “disque ayudar”. Museos que llevan su nombre. Teletones que implican más negocio que la ayuda que brindan. Todo patrocinado con dinero que debió haberse pagado en impuestos.
Hoy pagarán justos por pecadores. Y quienes tienen que soportar una AC, que sí soluciona un problema social, tendrán que esperar que la ayuda llegue de adeveras, y no sea una pantomima social e hipócrita de quienes dicen ayudar, pero realmente es un juego fiscal.
¿Qué sucederá cuando este gobierno descubra todo lo que las verdaderas AC hacen por este país?, ¿tendrán la capacidad de hacerlo ellos?