Otra vez rompimos la dieta

Josefina Vázquez Mota Josefina Vázquez Mota Publicado el
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De acuerdo con la investigación titulada “Hábitos y Decisiones Alimenticias” de Bitácora Social, (Casa de Investigación Antropológica más reconocida en México), de todas las actividades que realiza el mexicano, la alimentación suele ser uno de los rituales mejor establecidos y con mayor significado debido a que la comida es un símbolo de unidad, pero también, es el punto central en una reunión familiar, de amigos y en nuestras múltiples festividades.

En la radiografía social sobre las percepciones y realidades del mexicano, y el cómo viven y conviven con el fenómeno de la obesidad y el sobrepeso, Bitácora Social destaca que para dimensionar el problema de la alimentación en el país lo más importante es entender: ¿Cómo es que la gente construye sus hábitos?, ¿Cómo está educada?, y ¿Qué obtiene de consumir ciertos alimentos?

Datos de UNICEF señalan que México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil; mientras que para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nuestro país es el segundo a nivel mundial en tasa de obesidad en adultos.

Por lo anterior, Bitácora Social sustenta que para el mexicano hay una gran distinción entre los conceptos “comer” y “alimentarse”, pues cuando piensa en alimentarse, lo relaciona a una buena nutrición y salud, por lo que la ingesta es de calidad, variable y equilibrada. En cuanto a los que piensen en comer, lo visualizan como una aportación al organismo sin distinguir en si es o no nutritivo, y es justo aquí, donde comienza el problema de la obesidad y sobrepeso.

Afirma que el ejercicio realizado ejemplifica perfectamente un “analfabetismo alimentario”, debido a que para muchos mexicanos la alimentación está basada en un sistema de creencias o de hábitos que adquirieron desde niños por la influencia familiar, o por no contar con opciones más saludables.

Bitácora Social agrega que más allá del rango social a la que pertenezca una persona, el camino para solucionar el problema de la educación alimentaria es por medio de la misma familia, donde el discurso se debe materializar, pero que desafortunadamente, muy pocas familias están dispuestas o interesadas en practicar una dieta equilibrada y nutriente.

Revela que para el mexicano en general, resulta complicado seguir una alimentación balanceada a pesar de hacer el intento, pues una vez que la rompe o se aburre de ella, termina por dejarla.

De tal manera que la investigación determina que los mexicanos deben tener y tomar en cuenta que una dieta equilibrada no es un enemigo y sí una aliada; sumado a que una sana alimentación permite un mejor desarrollo de nuestro cuerpo y mente, a fin de evitar consecuencias desproporcionadas en nuestra salud.

Por eso y por otras causas señaladas por expertos, no es suficiente con la sola prohibición de adquirir productos empaquetados o conocidos como “chatarra”, y mucho menos, es el camino adecuado para enfrentar la epidemia de obesidad y sobrepeso en México.

Con lo cual queda demostrado que el populismo legislativo no resuelve los problemas de salud que aquejan al país, aunque mediática e irresponsablemente, prometa una mejor calidad de vida.

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