Oscar, el demócrata
En la cinta “Gladiador”, dirigida por Ridley Scott en el 2000, existe una frase memorable del senador Graco, interpretado por Derek Jacobi: “El corazón de Roma no late en el mármol del Senado, lo hace en la arena del Coliseo”.
Son palabras significativas políticamente, de hecho, continúan vigentes en la era que vivimos. Tanto en aquellos días del invencible Imperio Romano, como hoy, en los del Imperio Norteamericano, la política se nutre del espectáculo tanto como el espectáculo guarda una fuerte dosis de política.
Juan Carlos AltamiranoEn la cinta “Gladiador”, dirigida por Ridley Scott en el 2000, existe una frase memorable del senador Graco, interpretado por Derek Jacobi: “El corazón de Roma no late en el mármol del Senado, lo hace en la arena del Coliseo”.
Son palabras significativas políticamente, de hecho, continúan vigentes en la era que vivimos. Tanto en aquellos días del invencible Imperio Romano, como hoy, en los del Imperio Norteamericano, la política se nutre del espectáculo tanto como el espectáculo guarda una fuerte dosis de política.
Repasemos algunos momentos de la reciente noche del Oscar, en la que más de 43 millones de televidentes dentro de EU, cifra más alta desde 2003, atestiguaron la influencia cultural que mantiene su país sobre el resto del planeta.
En plena era Obama, era de esperarse que el evento se pintara ad hoc. La anfitriona, Ellen DeGeneres, un personaje abiertamente gay, con uno de los shows más populares de la televisión norteamericana, hizo gala de su buen humor, y aunque su participación no fue espectacular, sacó adelante su papel y representó con dignidad a la primer gran minoría de la noche.
El Oscar para mejor actor de reparto se lo llevó Jared Leto por su trabajo en “Dallas Buyers Club”, en el que da vida a Rayon, un travesti infectado de VIH, que se compromete con la causa de Ron Woodroof, protagonista de la historia, interpretado por Matthew McConaughey.
Cuando Leto subió al escenario para agradecer su estatuilla, ofreció uno de los discursos más provocadores de la noche, se dio tiempo para mencionar los conflictos sociales en Ucrania y Venezuela (en los que EU se encuentra sensiblemente involucrado por cuestiones geopolíticas y energéticas, respectivamente) y dedicarles el premio. La producción no apuró, ni censuró al actor.
El Oscar a mejor actriz de reparto se lo llevó Lupita Nyong´o, quien más allá de haber nacido en México, es una talentosa actriz de origen keniano que representa a una nueva generación de inmigrantes africanos, igual que Barkhad Abdi antagonista de “Captain Phillips”, que llegan a Norteamérica para “refrescar” el concepto del “american dream”.
Matthew McConaughey fue nominado a mejor actor principal por su trabajo en “Dallas Buyers Club”. Un homofóbico y promiscuo vaquero de rodeo al que le informan que está contagiado de SIDA en un nivel avanzado, y que le restan 30 días de vida.
En la terna donde se encontraba el actor tejano, no existía un competidor que encarnara un papel con tanta coherencia al espíritu liberal con el que se identifican los demócratas, especialmente a los temas relacionados con el VIH. Obvio, el Oscar fue para él.
Una muestra más de la noche demócrata de Oscar, es el premio a Alfonso Cuarón como mejor director.
Sin poner en tela de juicio la enorme capacidad técnica del mexicano, específicamente cuando se trata de elevar el rango de expresión cinematográfica a través de un plano secuencia, no hay nadie mejor que él; lo viene demostrando desde “Children of men” y lo perfeccionó en “Gravity”.
Sin embargo, Cuarón también es un inmigrante, de Hollywood, pero lo es. Y uno de los pendientes más urgentes de la administración Obama es la reforma migratoria, que legalizaría la vida de millones de mexicanos residentes en EU.
La ganadora como mejor película fue “12 years a slave”, una cruda historia de esclavitud en las grandes plantaciones de algodón del sur de EU. Probablemente el mensaje fue, “reconocemos que lo hicimos, estamos avergonzados por ello y aunque hoy matizamos nuestra mala manera de tratar a las minorías, prometemos que no lo volveremos a hacer”.
Por último, el congresista más famoso del momento se hizo presente en la selfie que Ellen DeGeneres subió a Twitter y por la cual, la red social quebró unos minutos ante los miles de retuits que registró. Es Francis Underwood de “House of Cards” o Kevin Spacey, que enmarcó la histórica foto y dejó claro, que en esta ocasión, Oscar fue demócrata.