La presidenta Claudia Sheinbaum ha instruido a la Secretaría de Energía a revisar los incrementos de precios. Foto: Cuartoscuro

¿Viene un nuevo Gasolinazo?

El aumento en los precios del diésel y otros combustibles afecta directamente los costos de alimentos, mercancías y servicios esenciales

No es menor el señalamiento que, casi sin pregunta de por medio, hizo ayer la presidenta de la República sobre los precios altos de la gasolina y su firme instrucción a la Secretaría de Energía para que haga una profunda revisión. Habrá que contemplar en ese análisis que en 2024 el aumento del precio del diésel fue del 6.33%, en otras palabras, de 1.53 pesos. Con ello, el diésel alcanzó un precio promedio de 25.71 pesos por litro al 30 de noviembre. Esto indica que el aumento en el diésel, y de los combustibles en general, superó por mucho la tasa de inflación de 2024, ubicada entre 4.4 y 4.7%, dependiendo del trimestre. El aumento en el precio del diésel repercute directamente en los precios de alimentos y bienes de consumo que integran la canasta básica, por su fuerte impacto en la producción industrial y en el transporte de esos productos, efecto que en algunos casos alcanza, según analistas económicos, hasta un 40% del precio que paga por ellos el consumidor.

De hecho, aunque ciertamente la inflación en el país mostró tendencia a la baja al cierre de 2024, la inflación subyacente, la que anticipa la trayectoria de la inflación general en el mediano y largo plazo, tuvo un incremento quincenal de 0.50% gracias, principalmente, a los precios de las mercancías. A lo anterior se deberá sumar el reciente anuncio del Gobierno Federal sobre el aumento del 4.5 al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a partir del 1 de enero de 2025. Para el diésel, este aumento en el IEPS implicará un incremento de 28 centavos por litro con respecto a 2024 y consecuentemente un efecto de sobreprecios a productos básicos que consume la población. El diésel es un insumo básico para diversos procesos industriales y para la distribución de mercancías, así como para la generación de energía y transporte en general, de ahí que el incremento en su precio desencadene a su vez sobre precios en insumos básicos para las familias, especialmente para las de menores ingresos que son las primeras en resentirlo.

Baste citar a manera de ejemplo que en los doce meses de 2022 el precio del diésel aumentó 8.55%. Esto, en algunas empresas, se reflejó en una variación anual a la alza del 11.52% en gastos de operación. Sin embargo, para la población en general, se estima que implicó un 50% de aumento en el costo de alimentos, mercancías y servicios esenciales como el transporte público. Es una buena noticia que la presidenta Sheinbaum haya puesto el ojo en este fenómeno, pero es aún mejor que haya ordenado que se analice y que se tomen acciones para enfrentarlo, pues su impacto es directo e inmediato en el bolsillo de las personas.

Voz en Off

Para México es motivo de orgullo la industria automotriz de vehículos pesados que opera desde el país, pues actualmente ocupamos primer lugar como exportador de tractocamiones a nivel mundial, cuarto por los envíos al extranjero de carga y pasaje, quinta posición como productores de unidades de carga y sexta en la manufactura de autobuses, sin embargo, entre los principales retos prevalece el fortalecimiento del mercado interno.

Así, uno de los llamados más fuertes para lograr este objetivo es constantemente realizado desde la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT), liderada a partir de este año por Rogelio Arzate, quien ha sido enfático en recordar que entre los factores decisivos, por supuesto, figuran incentivos fiscales, certeza legal y normativa para atraer la inversión; adquisiciones públicas transparentes y abiertas en donde exista igualdad de condiciones; además de una estrategia ordenada de renovación de la flota obsoleta y mejorías a la infraestructura energética y carretera.

El planteamiento se dota de mayor fuerza al considerar que las metas logradas al momento podrían ser todavía más significativas, por ejemplo, solo de enero a noviembre de este año, la organización dio a conocer con bombo y platillo que las ventas al mayoreo de vehículos pesados ya habían superado todo récord, incluso el alcanzado durante todo 2024. Las cifras finales fueron de 58 mil 349 unidades de carga y pasaje comercializadas, es decir, 17% por encima de las conseguidas el año previo; pero para robustecer al mercado interno y registrar aún mayores alcances también será necesario que en los años venideros funja como eje central la convivencia de unidades alimentadas por fuentes energéticas variadas, sobre todo al poner al centro las realidades a las que se enfrenta el país en cuestiones de infraestructura, territorio y de energía.

Como ha destacado Arzate, la industria inició desde hace tiempo la transición a procesos sostenibles con unidades que apuestan por tecnologías más amigables con el medio ambiente, por lo que se espera que de la mano de las autoridades, academia y sociedad civil se tracen los caminos necesarios para que dichas innovaciones circulen por toda la República al abastecerse de hidrógeno verde, gas natural, diésel ultra bajo en azufre, electricidad y energía solar, por mencionar algunas. De esta forma los beneficios no solo serán para la cadena de valor al aumentar las eficiencias y contar con unidades de última generación, también serán para todos los habitantes del país al disponer de traslados más seguros y que protejan tanto al planeta como la salud de las presentes y futuras generaciones. Pero entre los temas de mayor relevancia también anote a la relación comercial con Estados Unidos y Canadá, sobre todo porque tratados como el T-MEC son de alta importancia para el desarrollo de las cadenas productivas en el país, ante lo cual también se esperan prontas colaboraciones entre ANPACT, la Cancillería de Juan Ramón de la Fuente, así como con la Secretaría de Economía, donde manda Marcelo Ebrard….

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