¿Qué hace que las cosas cambien? ¿Por qué lo de antes no es igual que lo de ahora?
Los seres humanos cambiamos, nuestras sociedades cambian, nuestro razonamiento no es el mismo. De esta misma manera las estructuras, las instituciones, los códigos se adaptan también.
Las sociedades, en el pasar de los años, analizan y modifican. Por eso vemos reformas a las leyes. No porque las anteriores estuvieran equivocadas, sino porque nuestras leyes deben de ir cambiando al ritmo que cambia nuestro entendimiento y nuestras necesidades.
Cuando no nos adaptamos, cuando no modificamos, vivimos rupturas, como las que estamos viviendo hoy. La guerra al narco reclama algo más allá de su ilegalidad. Reclama una realidad.
La narco dependencia –el vivir desconectado, haciendo el viaje astral de la irrealidad– ha estado presente en nuestras sociedades desde los tiempos prehispánicos.
Los Mayas acostumbraban utilizar drogas enteogénicas como los hongos alucinógenos para comunicarse con los dioses. Los huicholes lograban su inspiración a través de uso del peyote. Costumbre que aun vive en estos pueblos.
En la actualidad, según la encuesta nacional sobre el uso de drogas de 2010, en Estados Unidos unas 22 millones de personas consumen alguna droga ilegal. La droga mas consumida, por 17 millones de personas –3 millones mas que en 2007–, es la marihuana.
Vivir una lucha que busca acabar con lo inacabable, suena a sueño guajiro. Es por tal motivo, que el acontecer de estos días es un elemento histórico. Como histórica se recuerda la abolición de la ley seca de los Estados Unidos.
Hoy, dos estados de la Unión Americana, Colorado y Washington, han dicho sí a la legalización de la marihuana.
Esto reescribe en mayúsculas la fecha 6 de Noviembre. No solo por que un presidente fue reelecto, sino porque es la fecha que da comienzo a una nueva etapa. Donde la ilegalidad toca sus últimos días y comenzaremos a vivir el acomodo hacia la legalidad. Por lo menos de lo que es, según algunos expertos, la droga menos dañina, aun menos dañina que el tabaco: la marihuana.
Hablando de nosotros los mexicanos, y de nuestro convivir con una guerra que cobra vidas a diario, esto nos deja con cara de ¿What?
¿Y la guerra?, ¿y los soldados que han muerto luchando por suprimir un mercado ilegal? Murieron en vano. Ahora, ¿esto será legal? ¿Y las hectáreas quemadas de marihuana? ¿Cualquiera las puede sembrar en Colorado o Washington?
Nos da un giro que nos deja boquiabiertos, pero que no podemos tardar en adaptarnos y rectificar el rumbo.
Porque ésta parece ser la gran salida para legalizar a los ilegales de esta nación. Este será el momento en donde podemos comenzar a negociar intercambio de armas por corbatas. Intercambio de campamentos de sicarios por oficinas corporativas.
Este será el surgimiento de una nuevo grupo de ejecutivos. Que no solo le dejarán de costar al país, en términos de guerra y seguridad, sino que además pagarán a la nación su tanto correspondiente de impuestos.
De concretarse la legalización en estos Estados, el efecto dominó contagiará a otros y seguramente llegará a México, por obvias razones.
Valdría la pena estar preparados para aprovechar el comercio –que ya existe de manera ilegal– porque vendrán muchos capitales a querer aprovecharse de esa apertura. Si nosotros no lo hacemos, alguien mas lo hará.
No se trata de estar a favor o en contra del uso. Es aceptar que el uso será una decisión personal, con apego al derecho de la libertad de elección. Lo que le tocará al Estado es definir cual sería el marco de acción si dicha legalización se concreta.
No que no. Pues resulta que ahora si y mas pronto de lo que imaginamos.Siempre recordando que votamos por el regreso de la política, no de los malos políticos. Ellos siempre gozarán de un bien ganado desprecio.