Después de la segunda vez, la recepción se vuelve una fiesta en la que se sólo se cruzan cumplidos entre funcionarios. Los seres humanos tendemos a ser incapaces de ver nuestros errores y más de admitir los propios fracasos.
Sin embargo, en todos los casos tarde o temprano llega un nuevo receptor que suele no coincidir con los halagadores diagnósticos de los repetidores.
Ese pecado se paga caro, y la culpa no es de quien hace permanencia voluntaria, sino de aquellos que como Mejía Barón no saben hacer los cambios a tiempo.
Aunque parezca esquizofrénico, muchos de los actuales funcionarios consideran posible el mantenerse en la nómina, aunque ya en el PAN se comienza a hablar de traidores a los que hay que expulsar.
No obstante ello, también en ese partido se ha comenzado a formular como estrategia de contragolpe el formar una quinta columna dentro del Gobierno Federal para seguir recibiendo información clave, para obtener trato benevolente ante los groseros quebrantos y para dar forma a una oposición que apriete, al grado de poner en duda la eficiencia de la administración entrante.
El tiempo dirá si la esquizofrenia está del lado de quienes aspiran a quedarse o del lado de quienes hacen los nombramientos. La guerra de las lealtades sería un proceso difícil de solventar, pero no habrá segundas oportunidades. ¿Se sirve al que puso o al que ratifica?
Aquellos que nunca se han desempeñado en puestos burocráticos de alto nivel en el ámbito federal, pronto tomarían consciencia de que los primeros dos años son la única oportunidad que tienen para propiciar cambios de fondo, los dos siguientes,los únicos para implementar dichos cambios, y los dos finales la última para intentar preservar la preferencia de los votantes.
Equivocarse en las designaciones -tal y como le sucedió a Fox y a Calderón- es pavimentar el camino de la falta de resultados, de las intrigas palaciegas y de los resultados de discurso que no se compadecen con la realidad. En ambos casos explican el forzado empate del 2006 y la humillante derrota del 2012.
Los promocionales del informe presidencial de este año pertenecen más a la ciencia ficción que a la realidad que viven los mexicanos, y habla de lo que hubiera querido hacer Calderón y que su equipo no quiso, no supo o no pudo hacer.
Ello obligadamente nos conduce a preguntarnos: ¿es el equipo de Calderón la cantera donde el ejecutivo federal debe extraer el talento para sacarnos de la inmovilidad burocrática y erradicar la falta de decisiones y acciones oportunas?
Cuando Calderón en su inexperta condición en materia financiera habla de “sus logros” suele confundir estabilidad con estancamiento, de igual forma, confunde el combate al crimen organizado con el desarrollo del ambiente idóneo para el crecimiento de tal flagelo.
Sólo el saliente puede insistir en presentar al Seguro Popular como un avance, cuando actuarialmente nació tocado de muerte.
El mercado informal es tan o más grande que el formal y el aparato financiero del narco ha infiltrado demoledoramente al sistema institucional, a grado de que se ha perdido la capacidad para aplicar sanciones e identificar a los responsables del multimillonario lavado de dinero.
Por eso, disparar los cartuchos que ya han fallado, sean del color que sean, no es muestra de congruencia y menos aún de un mal entendido agradecimiento, sino de arrogancia, inexperiencia y de una temeridad tal que no tardaría en hacer agua a manos de los derrotados adversarios políticos.