“No está enferma, está embarazada”, fue lo que contestó una joven a otra mientras conversaban sobre la actuación de la cantante Rihanna en el medio tiempo del Super Bowl.
Justamente eso pensé cuando escuchaba la crítica atroz a la cantante, actriz, diseñadora, empresaria y filántropa barbadense, porque el show que dió, decía, “no estuvo a la altura de las circunstancias” por no bailar como siempre lo hace, “coreografías espectaculares”, y todo “por estar embarazada”
Luego escuché en la radio las criticas de diversos comentaristas deportivos y de espectáculo, en el sentido de que si Rihanna sabía que estaría embarazada para la fecha en que se llevaría acabo el Super Bowl, “no debió aceptar y mejor esperar al próximo año”, como si estar en etapa de gestación le impidiera pararse en un escenario.
Las críticas que más abundaron es que “no bailó lo suficiente” y eso hizo que el show espectacular fuera un “lastre”, pero sobre todo, que Rihanna no cumplió con los estándares preestablecidos para este tipo de eventos, a decir de ellos y ellas.
Lo que más lamento es que se hayan sumado a los señalamientos despectivos y discriminatorios muchas mujeres, algunas de ellas tachando a la cantante de “ridícula e inútil” por estar embarazada.
Lo que nadie entendió, particularmente, las y los críticos, es que la presencia de Rihanna embarazada es la muestra más clara y contundente de que las mujeres en gestación podemos realizar nuestro trabajo sin problema alguno. Nadie entendió que ese era justamente el mensaje de la intérprete la noche del Super Bowl.
En una entrevista previa al espectáculo, Rihanna dijo a la periodista Nadeska Alexis, que la maternidad le ha dado fortaleza: “Cuando te conviertes en madre, algo pasa que sientes que puedes hacer cualquier cosa; por mucho miedo que me diera, había algo estimulante en el reto que esto supone”, según el portal de noticias español, Público.
Los datos del Super Bowl señalan que la presentación de la cantautora subió el nivel de audiencia, pues mientras el partido contabilizó 107 millones de espectadores, al medio tiempo se sumaron otros 11 millones. En total, fueron 118 millones de personas los que vieron a la artista.
Las críticas y descalificaciones a Rihanna lo que único que mostraron es el machismo que persiste no solo en la sociedad mexicana, sino en todo el mundo, lo peor, es que ese machismo venía de mujeres, cosa que debería de preocuparnos, pues para acabar con la violencia hacia nosotras, es indispensable empezar por no atacarnos entre nosotras.
Hago votos para que en el mundo hayan más “Rihannas” rompiendo paradigmas, tabús, patrones machistas y misóginos, recordándonos que estar embarazada no es estar enferma. Aplausos a la cantante.