“De plano contigo no se puede. ¡Ves la tempestad y no te hincas! Ahora resulta que me dices que ¿por qué no ahorro? Si apenas me alcanza pa´tragar…” Muchas de estas frases las escucho con gran frecuencia cuando entramos al escabroso mundo de la cartera.
Pregunta: ¿no puedes ahorrar o no quieres ahorrar? Queda claro que tristemente en México hay millones de personas en la pobreza o en la miseria. Es una realidad lacerante sin duda y el ahorro obviamente les está vedado pues su economía es absolutamente de sobrevivencia… pero no es tu caso ni el mío, ni el de más de ochenta millones que conformamos la clase media en este país.
Podríamos escribir sobre este tema desde el punto de vista financiero, antropológico, ontológico, psicológico, por mencionar algunas disciplinas, y no terminaríamos. Afortunadamente existen ciertas reglas que, si no conocemos por su nombre, intuitivamente nos pueden ser familiares. Veamos las principales:
Todos podemos ahorrar. Pareciera que esto es falso pues se asocia con mucha frecuencia el ahorro con el hecho de que “solamente los billetudos lo pueden llevar a cabo” ¡Error! Esta concepción es un gran pretexto para “curarnos en salud”. La realidad es que, si nos remitimos a una definición clásica y básica de economistas tenemos que “el ahorro es sacrificar un consumo presente por un consumo futuro”. Así de sencillo y no le pone precio, lo que quiere decir que podemos empezar literalmente con unos cuantos centavos.
Convertir lo pequeño en grande. Si te dieras cuenta cabal de todos los micro consumos y los concentraras en productos de valor, caerías en cuenta de que no es di!cil ahorrar. En una de las frases de Saber Gastar: “Deja de comprar cosas pequeñas e inútiles hoy para que mañana compres a lo grande”.
Razón de ser. Ahorrar por ahorrar no es malo, pero es insuficiente, como decimos en el barrio.
Generar patrimonio. El ahorro es el primer escalón de la generación de patrimonio que debe ser la meta fundamental de toda persona. Ahora bien, no es suficiente “apartar” ese dinerito, hay que hacerlo crecer para que la escalera se construya, por un lado, más rápido y por otro, con mejores cimientos.
Además de los citados plazos, el invertir es como el ejercicio ¿Te aventarías el maratón sin entrenamiento exhaustivo? ¡Te da un infarto! Lo mismo ocurre con el dinero; primero prueba con instrumentos de muy bajo riesgo (dije bajo, no cero…) como CETES y así, conforme tu entrenamiento avance irás familiarizándote con otros productos que te permitan “trepar” más rápido la escalera del patrimonio.
El diez por ciento. Para terminar, es importante que sepamos que esto es un mito más bien bíblico (con todo respeto) por aquello del diezmo. No hay patrones, pues así como “cada cabeza es un mundo”, también cada bolsillo lo es. Empieza probando con pequeños montos que no te quiten estabilidad y ve subiéndolos poco a poco sin que te asfixien. Si ahorras como aliciente (cumplir algún propósito) y no como sacrificio, seguro convertirás el ahorro en un hábito de toda tu vida.
Recuerda que “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.