Niñas y niños sin democracia y sin derechos
Cuando se pierde la democracia, se pierden certezas fundamentales en la legalidad; en que seremos iguales frente a la ley
Josefina Vázquez MotaSin democracia no existe el respeto y la salvaguarda de los derechos humanos.
Muchas, y graves, son las consecuencias para los ciudadanos que viven en países con bajos índices de democracia, o en casos aún más graves, en países con sistemas políticos autoritarios.
Por lo general analizamos las consecuencias para las poblaciones adultas cuando se enfrentan regresiones democráticas y pérdida de libertades, pero casi nunca hacemos un alto para visibilizar las consecuencias que enfrentan niñas, niños y adolescentes.
Cuando se pierde la democracia, se pierden certezas fundamentales en la legalidad; en que seremos iguales frente a la ley; de contrapesos que garanticen equilibrio y contención a otros poderes para evitar un ejercicio abusivo del poder.
Aumentan riesgos
Frente a la pérdida de certezas fundamentales los riesgos aumentan exponencialmente para salvaguardar el interés superior de la niñez y hacer efectivos sus derechos.
En países con pérdidas de democracia, habrá pérdida de inversiones, empleos y oportunidades que afectarán el bienestar de las familias, y en consecuencia, aumentará la vulnerabilidad para miles o millones de niñas, niños y adolescentes.
En nuestro país hemos vivido un crecimiento brutal de la violencia en contra de niñas y niños, particularmente a raíz de la pandemia, una deserción escolar que no ha logrado resolverse, y una cada vez mayor cooptación de infancias por parte del crimen organizado.
Para hacer válidos los derechos de niñas y niños se requiere la conjunción de esfuerzos de todos los órdenes de gobierno y de la sociedad civil, y en países donde los bajos índices democráticos satanizan el diálogo y la construcción de acuerdos, lo que queda es un presente desalentador y un futuro sombrío.
Debilidad institucional
Cuando se pierde democracia también se pierde paz, porque instituciones fundamentales se debilitan, por lo tanto, las violencias contra las infancias crecen y con ello la impunidad frente a los delitos también aumenta.
Perder democracia se traducirá más temprano que tarde en perder derechos y con ello, condenar a millones de niñas y niños a adversidades evitables con costos irreversibles.
Cierto es que, la democracia –per se-, no resuelve todo aquello que enfrentamos, pero también, es cierto que sin democracia se anulan los derechos.
De ahí la importancia y la urgencia de vincular la vida y el interés superior de la niñez a altos índices democráticos, porque hasta ahora con todo y sus imperfecciones ha demostrado ser el único camino para que niñas y niños sean reconocidos como sujetos de derechos y puedan así construir mejores presentes y futuros.