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Hablar de negocios fílmicos es un tema que, a veces, resulta desconocido para el público cinéfilo.
Sin embargo, a la mayoría se nos despierta la curiosidad por saber qué sucede con todo el dinero que pagamos en taquilla cada que vamos al cine.
Aprovecho para aclarar una pequeña fe de erratas, respecto a algo que se comentó anteriormente en este espacio: el mayor porcentaje del costo del boleto se lo lleva la distribuidora.
Esto no es así. Quien sale ganando es la exhibidora, pareciera que es la ley de los casinos “La casa siempre gana”.
Para entrar de lleno en este tópico hablamos con Pedro Araneda, director de la Asociación Mexicana de Cineastas Independientes (AMCI), escuela dedicada a la enseñanza fílmica con más de 20 años de experiencia.
“Suponiendo que el boleto vale 50 pesos, primero se tienen que pagar los impuestos. El 16 por ciento del IVA y el 1.65% por ciento de sociedades autorales, porque de repente hay sociedades cuyas regalías a través de estas sociedades autorales se le paga al director, músicos ejecutantes, guionistas, una cantidad adicional por la taquilla”, comentó Araneda.
Después de rebajar este 17.65 por ciento, hay que partir de nuevo de otro 100 por ciento neto, aquí es cuando se reparte el 60 por ciento para el exhibidor, –Cinépolis, Cinemex, o cualquier otro lugar donde se proyecten películas–, y el 40 por ciento restante va para las distribuidoras –Warner Bros, 20th Century Fox, Universal Pictures, etc–.
A este pago se le conoce como film rental (o renta de la película), “si la película es de estudio de cine, pues ya el estudio la produce y distribuye se queda totalmente con ese dinero”, afirmó el también cineasta egresado de la New York University.
Pero los números se vuelven interesantes cuando la distribuidora hace trato con los productores independientes, ya que los porcentajes se dividen aún más.
“De este 40 por ciento que quedó, llamémosle un nuevo 100 por ciento para distribuidor-productor, el distribuidor a los productores nos presta dinero para hacer las copias, para pagar un impuesto interno que se llama Virtual Print Fee (VPF, en inglés) y para los costos de difusión, la compra de medios de comunicación, televisión y radio”, subrayó Araneda.
Combinado el VPF más los medios de comunicación, más la comisión del distribuidor, –lo cual oscila entre un 12 por ciento y un 30 por ciento según la negociación– el distribuidor se queda con ese dinero y el restante va para el productor.
“Entonces digamos que de 50 pesos, más o menos a ojo de buen cubero el productor se anda quedando con unos 13 pesos”, es lo que dijo el también fundador de la AMCI.
El director acotó que también es importante pensar como productores fuera de México, ya que el país es el mercado numero cuatro en venta de boletos a nivel mundial, –en el primero está la India con Bollywood, le siguen Estados Unidos y China–, “tenemos que empezar a hacer películas que sean exportables para que los territorios se multipliquen”.
“Estamos empezando una nueva época de oro, de las 20 películas más taquilleras de la historia en México, ocho se han exhibido los últimos dos años”, pronunció el productor de Araneda Films.
Las ganancias en dulcería son también el negocio para las exhibidoras que día a día compiten contra el mercado de la piratería, streaming y las nuevas plataformas en línea de lo que se le conoce como video on demand… pero nuevamente, “esa es otra historia”.