Necesitamos un milagro

Me encontré sentada, rodeada de decenas de mujeres. Éramos más de 700. No sabía bien a qué iba. Quizá fue mi curiosidad la que me llevó a tomar el auto y dirigirme a la plática que se titulaba “I Am Here Series”.

Al escuchar el título pensé que se debía tratar de alguna plática sobre autoestima, reprogramación o superación. Cualquiera de esos temas que tanto nos atraen a las mujeres para que alguien más nos diga lo que somos, valemos y el poder que tenemos.

Marcela Garza Aguirre Marcela Garza Aguirre Publicado el
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Me encontré sentada, rodeada de decenas de mujeres. Éramos más de 700. No sabía bien a qué iba. Quizá fue mi curiosidad la que me llevó a tomar el auto y dirigirme a la plática que se titulaba “I Am Here Series”.

Al escuchar el título pensé que se debía tratar de alguna plática sobre autoestima, reprogramación o superación. Cualquiera de esos temas que tanto nos atraen a las mujeres para que alguien más nos diga lo que somos, valemos y el poder que tenemos.

Y debo decir que no me equivoqué. Sin embargo, lo que no esperaba es que lo que motivó a las organizadoras del evento fueron las ganas de hacer algo por nuestro país. Sí, éste, el nuestro, que se ve envuelto en una ola de violencia de la cual ya no vemos la puerta para salir.

Escuchaba a Marianne Williamson repetir una y otra vez que lo que necesitamos es un milagro.

La conferencista explicó que aquellas personas que odian, lo hacen con tal coraje, que se ve y se siente su fuerza. A pesar de que son los menos, salen, se expresan, usan la fuerza. Y todos los que estamos alrededor lo sentimos y nos damos cuenta.

Mientras eso pasa, los otros, los que amamos, lo hacemos en silencio, callamos y nos guardamos. De esta manera, aunque posiblemente seamos más, no se nota.

Eso me puso a pensar que quizá a la autora de “A Return to Love: Reflections on the Principles of a Course in Miracles” le faltó profundizar en por qué odian.

Si yo verdaderamente amo, debería de entender a cualquier ser humano que, arrebatado por la vida misma, haya tenido que padecer el infierno de vivir odiando.

Un ser que nació bueno y perfecto, cómo llegó a renunciar al amor, a la felicidad y a la vida. Y si su vida no tiene importancia para sí mismo, por qué la mía tendría que serle importante.

La activista espiritual continuó motivando a las asistentes a actuar. Señaló que el amor se puede hacer sentir a través de la fuerza que tienen la meditación y la oración, y que no debemos de escatimar en realizarlas a diario.

Sin duda, hoy es momento de actuar. En pocas semanas tendremos la responsabilidad de definir el rumbo de nuestro camino. Decidir por quién votar.

Quizá no tiene mucho que ver con la meditación, pero seguramente necesitaremos orar –y mucho– para no equivocarnos en la elección que hagamos.

Vuelvo entonces a cuestionarme. Y los que odian, ¿por qué lo hacen?

Imaginémonos amanecer todos los días sin nada en las manos, mientras que a unos metros, a unas cuadras o a unos kilómetros de distancia hay quien tiene las manos llenas. ¿Cuánto tiempo creíamos sería sostenible esto?

Viene luego algo más trascendente. Tenemos la oportunidad de generar un cambio. Pero, ¿queremos hacerlo? ¿Qué nos da miedo?

Muy puntual fue la autora al decir que el universo tiene un sistema de autocorrección que funciona a pesar de nosotros. Por eso los desequilibrios no pueden durar demasiado.

¿Qué querrá decir con esto? Suena a que no importa si nos equivocamos este primero de julio. Lo que tenga que pasar, va a pasar. Quizá la diferencia será cómo pasará. Y siempre habrá dos maneras, a la buena o a la mala.

Este primero de julio, necesitaremos un milagro que nos lleve a la transición que necesitamos de una manera pacífica. Por que la transición se va a dar, con nosotros, sin nosotros o a pesar de nosotros.

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