Navajazo a Pemex
Mientras por un lado el sector público promueve diversas reformas constitucionales y legales en materia de amparo, por otro, es el principal promotor de pactar tribunales extranjeros y arbitraje fuera del país, reconociendo el descrédito del foro.
Gabriel Reyes OronaMientras por un lado el sector público promueve diversas reformas constitucionales y legales en materia de amparo, por otro, es el principal promotor de pactar tribunales extranjeros y arbitraje fuera del país, reconociendo el descrédito del foro.
César Nava es un personaje particularmente distintivo de la forma de gobernar panista. Sin ninguna experiencia relevante, fue nombrado Abogado General de Pemex. En su currículum pesaba únicamente ser cortesano de Calderón, de origen michoacano. El nivel de su ignorancia en materia petrolera, era solo comparable con la confianza absoluta que le dispensaba aquel que sin mérito alguno, regenteó un banco de desarrollo en provecho propio.
Sin pericia en materia de litigio de cualquier especie, no obstante que era estudiante profesional en Jalisco, el nóvel abogado impostaba la voz al tender la soga de la que ahora pende la paraestatal. Se avocó presto a “equivocarse” en los procesos en que miles de millones estaban en juego.
Se equivocan quienes creen que el caso Comproca pudiera ser un caso aislado. Basta ver cómo mientras inexplicablemente cierta empresa de lubricantes reportaba multimillonarias pérdidas, por administrar un monopolio que le encomendara Pemex, Nava no podía encontrar los títulos accionarios que permitirían iniciar las demandas en contra de la simuladora.
Cursó acciones que no se le perdonarían a un pasante de primeros años, pero alegremente al final del sexenio, otro de su estirpe, chantajeó a la paraestatal, y así, la demandada acabó cobrando casi mil millones bajo la tutela del Padrino Presidente.
Con pacto o sin él, tapar el sol con un dedo trazaría el camino de la impunidad de quienes hicieron de la torpeza fortuna. El tiradero de Suárez Coppel en Repsol y el caso hoy imputado a Nava, son apenas punta del iceberg.
En el nivel más bajo de la transparencia en que se sumió al país, resulta obligada una auditoria procesal en el descentralizado o, cuando menos, una comisión parlamentaria que descubra el velo de las riquezas traficadas con cargo a la supuesta negligencia para litigar. No quede duda que el nombre de los contrarios con los que perdía juicios Nava orientará la investigación.
Esas son fortunas y no la chaquira de Veracruz.
Cuánto habrá pagado por ISR al comprar un departamento muy por debajo de su valor, aquel que burlaría el polígrafo henchido de cinismo.
Quienes nos opusimos en su momento a que se introdujera en ley la capacidad para poner la industria petrolera en manos de jueces, a los que el 27 constitucional les tiene sin cuidado, conocíamos y denunciamos el atraco del que la entidad era objeto a manos, por supuesto, de los más queridos del que ahora quiere condecorar la casa coronada, sí, la que cambió carabelas por empresas energéticas.
Hay condecoraciones que señalan gratitudes por servicios prestados en lo oscurito. La merece.