Si hoy fueran las elecciones, cualquiera que fuera la candidata o candidato de Morena ganaría con amplia ventaja su lugar en Los Pinos.
Para muestra el botón electoral que dejó el Estado de México, con una candidata cuestionada por corrupción en Texcoco, por falta de resultados en la Secretaría de Educación Pública e incluso con una capacidad discursiva limitada frente a su rival de la Alianza Opositora.
Ni con todos los factores en contra ya mencionados, pudieron vencer a la máquina electoral de Morena. El binomio PRIAN sumó una nueva derrota, probablemente la más dura hasta ahora, puesto que significaba entregar el mayor tesoro electoral para el priismo de todo el país.
Sin un abanderado definido, sin reglas claras para competir y con poca credibilidad en sus dirigentes nacionales, la Alianza Opositora está muy lejos de ser competencia seria para cualquiera de las “corcholatas” de AMLO.
Lo digo en serio, Morena no tiene rivales externos a la presidencia. Quizá el reto más grande que tienen en estos momentos es lograr construir una candidatura de unidad, sin huidas buscando intereses personales y con la única convicción de seguir el proyecto de transformación que se trazó con Andrés Manuel López Obrador.
Para ser más claros, si yo tuviera 10 millones de dólares para apostar en cualquier casa de apuestas, yo pondría 9 millones en el momio de Morena y me cubriría con un millón en la Alianza Opositora, solo con la intención de multiplicar mi dinero.
Morena es mucho rival para el PRI de Alito y el PAN de Marko Cortez, del PRD ni hablamos, hace rato que murió pero no les han avisado.
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