El general Dwight D. Eisenhower, héroe de la Segunda Mundial que terminó siendo el presidente numero 34 de Estados Unidos nunca titubeó en afirmar que un militar siempre será militar, aún y cuando no porte el uniforme.
Esa premisa es la que hay que tener presente cuando se habla con un general del cuerpo de Marines de Estados Unidos. Uno que lleva por nombre John Kelly y que no pasó ni siquiera un año en el retiro cuando fue llamado por Donald Trump para que encabezara el Departamento de Seguridad Interior.
El general Kelly que ya se reunió ayer con el presidente Peña Nieto, con el canciller Luis Videgaray y con el procurador Raúl Cervantes, no vino a hacer diplomacia. Ni lo sabe hacer, ni lo quiere hacer. Y es que luego de pasar más de cuarenta años como militar la encomienda que recibió no es negociar, si no dictar -sin pelo alguno en la lengua- sus reglas de cooperación en materia de seguridad y migratoria.
Sin embargo, para cuando usted este leyendo esta columna el encargado de la política y la seguridad interior de nuestro país, es decir, el secretario de gobernación Miguel Osorio Chong estará reunido con el general Kelly para una conversación de civil a civil, con cierta ventaja. Primero, que han pasado escasas dos semanas desde su última reunión en la Conferencia de Seguridad y Prosperidad en Miami. Y segundo, que el inquilino de Bucareli no pretende ser diplomático con quien no lo es.
Por que si bien al final la política de seguridad continua siendo política, existen unos matices geopolíticos desde que Trump llegó a la Casa Blanca que no se pueden omitir. Es cierto que Kelly, el secretario de Defensa; Jim Mattis y el secretario de Estado; Rex Tillerson son “lo mejorcito” de aquel gabinete; pero como le dijo un ministro de defensa europeo al Jefe del Pentágono: “me gustaría escuchar que representan a su país, pero no es así en realidad representan a su presidente”.
Y mientas tanto el “fucking Wall” sigue presente en la retórica, la política migratoria la representa y ejecuta el mismo Kelly, la demanda de drogas y el flujo de dinero y armas continua viniendo de Estados Unidos. Por ello, que la verdadera “real diplomatik” se terminará cociendo en dos vías; la del TLC que encabeza ya Videgaray y la de seguridad que le toca a Osorio. Y si lo que se ve es cierto, y eso es que los dos hombres de confianza del presidente, ambos con ambiciones presidenciales y abiertamente enfrentados están dejando la politiquería y optando por la política, en hora buena.
Por otro lado, son más de uno los que sugieren que alguien desde Los Pinos sugirió que dentro de la agenda se incluyera una reunión con los representantes de las Fuerzas Armadas, y que fueron ellos mismos; el general Salvador Cienfuegos y el almirante Vidal Soberón los que sugirieron lo contario. Y eso, para quien lo sepa interpretar, indica que nuestros militares entienden el approach que México debe tener en este momento tormentoso con Estados Unidos.
Por que lo peor que le puede pasar a Peña Nieto es que su legado, más allá de los muertos, desaparecidos y los escándalos es que este venga firmado con un haber puesto a 120 millones de mexicanos a merced de un fenómeno llamado Trump.