Cada una de las lágrimas derramadas por Messi en su conferencia de despedida quizá podría ser el líquido que más se distribuyó en la historia de las redes sociales, como para formar océanos. El astro argentino habría jugado gratis con tal de quedarse en el Barça. No lo permitió la regla ni la mercantilización de las pasiones.
Veintiún años después de llegar al equipo catalán –17 en Primera División–, Lionel tuvo que desprenderse de su gran amor. Como muchas relaciones de la vida moderna, el dinero condicionó un vínculo que parecía eterno.
El jugador de futbol más importante en lo que va del siglo XXI había acordado con el club catalán ganar la mitad, en un hecho significativo, porque no se recuerda en la era contemporánea que alguna estrella del deporte profesional se pusiera un precio similar con tal de seguir en el equipo de su vida.
En la etapa del romance, en los albores del futbol de paga a principios del siglo pasado, los atletas debían dividir su ocupación en la cancha con otras actividades que les permitieran ingresos para subsistir. Los románticos se ufanaban de decir que lo importante era el amor por los colores.
El amor a la camiseta es un concepto en desuso, y no porque se haya extinguido definitivamente, sino porque la evolución de los negocios establece prioridades nunca vistas en otros tiempos.
No se trata de un asunto privativo del futbol, el deporte más popular del planeta que aglomera un enorme cantidad de alianzas comerciales incluso entre compañías que nada tendían en común con el deporte.
El integrante de cualquier equipo tiene además patrocinios individuales. Todo cuenta.
Cualquier empleado puede sentir amor por la empresa a la que dedica su tiempo profesional. Si se siente a gusto y posee un sentido de pertenencia, procurará seguir en lo que la hace feliz. Sin embargo, hay factores y externos que fortalecen o debilitan el sello de caducidad de un afecto laboral.
Los lazos con el personal se gestionan desde el concepto de institucionalidad.
Se podría ejemplificar con lo que sucede en una familia común o más o menos funcional: en la célula básica de la sociedad se puede advertir que la institución está fincada en una línea de organización vertical descendente donde las pautas dictadas y gestionadas por los papás o tutores fungen como tales. Aquí, el sentido de protección, seguridad y procuración de bienestar en cada uno de los integrantes favorece el gusto de pertenecer a la familia, aunque está por descontado que cada elemento debe acatar la normativa impuesta como una condición para seguir ahí y llevarla bien.
INDENTIDAD INSTITUCIONAL
El Barcelona es tal vez una de las instituciones deportivas que mejor gestionan una identidad institucional.
El psicólogo social suizo Edgar Schein definió la cultura corporativa como la forma de ser de una organización para aprender a adaptarse a los problemas que debe enfrentar para subsistir. Define la cultura organizacional como un conjunto de supuestos básicos que un grupo determinado desarrolla a medida que va resolviendo problemas de adaptación al medio y de integración interna.
Cuando un jugador se integra al equipo, de inmediato es inculcado por los valores que permean su institucionalidad. No es solo llegar al Barcelona FC, sino llegar a la nación barcelonista, por lo que hay que aprender catalán y saber la historia del club, como lo reveló en alguna ocasión el ex defensa central mexicano Rafael Márquez.
El club blaugrana no está separado de la lucha política que enfrenta Cataluña por convertirse en una república independiente, por lo que los principios de identidad son recios y forman parte de su razón de ser.
LO QUE PIERDEN MESSI Y EL BARCELONA
Messi ganó en el último año, un salario de 71 millones de euros al año, es decir, 8.3 millones de dólares. Para seguir adelante como barcelonista había acordado ganar 35 millones de la divisa común europea, 41 millones de la norteamericana.
En el París Saint-Germain, el club más rico del mundo en la actualidad –por sus activos financieros, instalaciones e inversiones– ganará 40 millones de euros netos por cada temporada anual.
Independientemente de eso, tendrá un pago único de 30 millones de euros por el fichaje, unos 47 millones de dólares.
El contrato de la ‘Pulga’ es por dos años con opción a uno más, y de cualquier forma ganará 40 por ciento menos del último sueldo que devengaba como blaugrana.
Será el mejor pagado del trabuco que concentra además a una buena parte de todos los mejores cracks actuales en el mundo.
En la plantilla compartirá la titularidad con el ex capitán del Real Madrid, Sergio Ramos, su ex compañero en el Barça, Neymar, y el delantero francés Mbappé.
Bueno, y ¿el Barcelona se va limpio independientemente de que no tendrá a ‘Leo’ en sus líneas?
Hay un cálculo aún sin confirmar, pero estimado en los contratos por imagen, el Barcelona dejará de ganar 137 millones de dólares anuales.
En el diario L’ Équipe dieron a conocer otro dato tras conseguir acercarse a la negociación del PSG: Unos 100 mil euros, unos 117 mil 500 dólares al día, comenzó a dejar de ganar el equipo de La Liga española desde que finiquitó el contrato del astro argentino.
¿Algo más al recuento de los daños? Las camisetas con el ‘10’ en los dorsales y el apellido del ‘Messías’ eran la camiseta que mejor se vendía en los stores con la ropa oficial del Barça: 87 millones de dólares.
Ahora la prenda con el número ‘30’, con los colores casi idénticos, que son los del PSG, y el naming de Leo en la espalda comienzan a extinguirse con su respectivo nutrido ingreso.
INSUSTITUIBLE, PERO NO IMPRESCINDIBLE
Messi deja un legado y un palmarés difícil de igualar: 10 títulos ganados de La Liga, 4 de la Liga de Campeones, 7 de la Copa del Rey, 8 de la Supercopa de España, 3 de la Supercopa de Europa y 3 del Mundial de Clubes.
A nivel personal, se despide como el máximo goleador del club, con 672 tantos, además de que en 6 ocasiones se llevó el Balón de Oro al mejor jugador del mundo.
Todo excelente, pero tiene 34 años de edad. El padre cronos hace su trabajo. El jugador está en plenitud, pero también en la parte final de su carrera, que por supuesto le dará para jugar otro Mundial.
Las lágrimas de Messi –el llanto puede tener un valor– denotaron una partida dolorosa, mientras su club argumentaba que no podría contra una parte estructural.
Renovar a Messi implicaba que el Barça elevara su presupuesto de pago a jugadores y sobrepasar el tope de gastos que le permite La Liga española.
Éste se determina a través de los ingresos generados, que en la pandemia fueron menores.
Mientras que en la temporada 2020-21 tuvo un tope de casi 600 millones de dólares, para la próxima temporada solo le fue autorizado un gasto de menos de 410 millones de billetes verdes.
Así que ese detalle estructural tampoco podría permitir el ‘abuso’ del Barcelona sobre su ‘figura consentida’.
Que el club podría haber hecho algo más, como revelarse para sentar un precedente… Quizá. Pero tampoco se podría garantizar que la relación con Messi pudiera haberse recuperado porque también había otros disgustos en el plano del vestuario con el estratega Ronald Koeman.
La vida sigue y Messi aparece sonriente en cada video y foto que lo muestran como integrante del PSG.
Algo similar se pensó cuando Cristiano Ronaldo se fue del Real Madrid, ahí sí, por diferencias netamente económicas y no legales. CR7 siguió con su brillo natural en Juventus y el club Merengue continuó ganando, aunque no tanto como en un primer tiempo de ambos con Zinedine Zidane al frente.
Messi no se despidió en un partido, pero no se fue al archirrival, como sucediera con Figo.
Que las pasiones llegan a manejarse como mercancía, es cierto. Tal vez el beneficio de la duda no alcance a todo su entorno, pero Messi será recordado como la honrosa excepción. #ClapClap
Fuentes externas: L’ Équipe, BBC.com, ESPN, Columnas del autor en El Heraldo de México, MedioTiempo.com, Red Forbes, SonPerfiles.com y Fan Datos de CID Consultoría
¿Quién es Héctor Quispe?
Periodista y consultor. Dirige CID Consultoría, casa de soluciones en cifras y contenidos enfocados en el fan y su identidad; es MBA en Dirección y Gestión de Entidades Deportivas, por la Universidad Europea de Madrid; tiene la especialidad de Periodismo Deportivo, por el Programa Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana. Coordina el Diplomado de Periodismo Deportivo Digital en la Escuela Carlos Septién García, y da clases en el de Marketing and Communication for Sports Brands, en la Universidad Anáhuac. Su análisis es consultado por diferentes medios en torno a negocios y deporte: Red Forbes, MedioTiempo, Expansión, El País, Fox News, Telemundo, Foro TV y TUDN, entre otros, además de que funge como Sénior Editor en el diario AM de Querétaro y la página análisis político SonPerfiles.com desde noviembre de 2020. Es coautor del libro “Cómo hacer Periodismo Deportivo. Una visión Iberoamericana”, y publica esta columna cada jueves en la multiplataforma de Reporte Índigo.