Menstruación Digna

Indira Kempis Indira Kempis Publicado el
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Algunas escasas hojas de los libros de la SEP están destinadas para saber sobre menstruación. A veces pienso que al crecer con mi madre bióloga tuve la oportunidad de saber los cambios físicos que comencé a tener a los 12 años, cuando encontré los primeros rastros de sangre roja; la cual, aún para muchas mujeres en México, representa un tabú. Desinformación que es sinónimo de desigualdad social.

¿A qué nos referimos? A que sumado a la falta de difusión del conocimiento sobre nuestros propios cuerpos (que también deriva en consecuencias graves), se suma el nulo acceso que tienen las mujeres más pobres a los productos de higiene menstrual.

El colectivo “Menstruación Digna” me envió información al respecto. También Cecilia Kalach, una joven que se ha versado a profundidad en el tema, ya tuvo un encuentro con senadoras de las diferentes plataformas políticas para exponer los motivos contundentes sobre porqué las mujeres demandamos que menstruar no sea un privilegio.

Cito parte del comunicado del colectivo: “La pobreza menstrual es la falta de acceso a productos sanitarios, educación sobre higiene menstrual, inodoros, instalaciones para lavarse las manos y/o gestión de residuos. En México, según datos de CONEVAL, cuatro de cada 10 mujeres viven en situación de pobreza. Asimismo, según el EVALÚA CDMX y el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), en 2018, 36 por ciento de la población mexicana no tenía abasto diario de agua, 33 por ciento vivía sin sanitario con descarga directa de agua y casi 10 por ciento no contaba con sanitario o no era de uso exclusivo”.

En resumen se requieren de leyes, políticas públicas y programas que atiendan esta realidad que se ha convertido en una brecha de desigualdad (sí, ¡otra más!).

Legisladoras como Martha Tagle, Laura Rojas, Lorena Villavicencio, Wendy Briceño y Verónica Juárez, en este último estirón de la Cámara de Diputados, hicieron un máximo esfuerzo para coordinador los consensos al interior con las y los demás legisladores. De tal manera que el miércoles tuvimos votos históricos: Se aprobó la reforma a la Ley General de Educación para facilitar a niñas y adolescentes el acceso gratuito a productos de higiene menstrual en escuelas públicas de nivel básico y medio superior.

Ahora toca el turno al Senado de la República. Tenemos que lograr los votos a favor para que pongan este piso parejo que beneficie a las mujeres más pobres del país. Tenemos derecho todas a vivir una menstruación de forma higiénica, íntima, cómoda, segura. Sin tabúes de por medio. Sin miedo. Sin vergüenza de nuestra marea roja.

Estaremos al pendiente.

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