Aquí va una más de tantas aportaciones de Saber Gastar®. Ojalá que sí nos hagan caso, pues hay un grave problema en las relaciones comerciales y financieras con la clientela que ha sido fiel, “gastadoramente” hablando.
¿A qué me refiero? El cuento es muy simple. Resulta que hace seis meses conseguí que me aprobaran mi primera tarjeta de crédito. Casi enloquezco de felicidad y, ni tardo ni perezoso, empecé a usarla para satisfacer hasta el más mínimo de mis deseos.
Pequeño detalle que pasé por alto, y que me cimbró hasta las muelas cuando descargué el estado de cuenta, es que había que pagar. Bueno, todos cometemos errores, ¿o qué, no?
Como pude junté para el pago mínimo y me volvió el alma al cuerpo cuando comprobé que podía seguir comprando. De verdad ¡qué gran invento esto de las tarjetas de crédito!
Así fueron pasando las semanas y cada vez que me “obligaban” a pagar sufría, pero me recomponía comprando más con el dinero plástico. Hasta que… no pude más. Ya ni descargo el estado de cuenta. Tampoco contesto mensajes, ni mucho menos llamadas… total, que se esperen.
Una querida amiga lleva más de treinta años manejando su tarjeta con un historial más que límpido. Casi siempre pagaba el total, y cuando no podía, tardaba solo dos o tres meses en liquidar el saldo. El caso es que nunca pagó un peso de moratorios, y siempre fue galardonada como “clienta distinguida”.
Sin embargo, tuvo un reciente tropiezo con su negocio, aunado a problemas de salud, y dejó de pagar. Lleva tres meses tratando de salir adelante y, por supuesto, dando la cara a sus acreedores.
Peroooo, ¿qué creen que pasa? Al gran vaquetón, o sea yo, y a ella nos tratan por igual.
Llamadas poco o cero amables, a veces intimidatorias y groseras; mensajes desagradables y, en fin, una sarta de barbaridades para “ablandarnos” y que paguemos. Estoy de acuerdo en que quieran cobrar. No obstante, la mayoría de las veces utilizan las peores formas.
Ahora bien, el punto central es ¿por qué nos tratan igual? A mí, que llevo poco tiempo con mi tarjeta y a mi amiga que tiene un historial intachable. La propuesta de Saber Gastar® es que las instituciones de crédito perfilen con todo detalle y clasifiquen a su clientela para que en realidad le den el trato que merecen.
Un mensaje, una llamada con las siguientes palabras: “Srta. Fulana, no se preocupe, entendemos que algo fuera de su control está sucediendo. Por favor denos la oportunidad de saber lo que ocurre y que juntos encontremos la solución”. ¿Será mucho pedir?
Mucha gente me tacha de romántico. En fin.
Recuerda que, “No es más rico el que gana más, sino el que sabe gastar”.