Suena el despertador. Por instinto, estiras la mano y lo apagas. Aún no entra mucha luz desde la calle. Te cubres con las sábanas y hundes la cabeza. Te escondes. Es lunes. No quieres despertar. Ha pasado un año y 4 meses desde que inició el Gran Encierro y nada parece mejorar.
La tercera ola del Covid-19 ya está aquí. Casi 200 personas murieron por devastadoras inundaciones en Alemania y Bélgica, debido al cambio climático. En 10 años, los futurólogos prevén que la inteligencia artificial deje sin trabajo a 83 por ciento de las personas que ganan menos de 20 dólares la hora.
El presente no te gusta y el futuro te aterra. ¿Para qué levantarse en un mundo así? Mejor no pensar. Mejor irte de fiesta con los amigos y emborracharte. Mejor no escuchar a tu esposa llorar preocupada. Mejor no pensar en qué futuro le espera a tu hijo. Mejor ver pelis y series hasta el hartazgo. Mejor hacerte el enfermo y, por lo menos hoy, no saber nada de nada.
Pero, ¿cuánto tiempo puedes pasar escondido de la realidad? ¿De verdad vas a dejar abandonado a tu equipo y a tu empresa a la deriva? ¿O dedicarás horas y horas de tu día a quejarte en las redes sociales y echarle la culpa de todo al gobierno? ¿No sería mejor hacer algo?
Si el presente no te gusta y el futuro te da miedo, haz tu parte para cambiarlo. “No se trata de prever el futuro, sino de hacerlo posible”, escribió Antoine de Saint-Exupèry, autor de El Principito.
“¡Ay! ¿Pero qué puedo hacer yo, un simple mortal contra todo esto?”, te preguntas angustiado.
Puedes ser parte del cambio, ese que ya está ocurriendo. ¿Cuál? Si te detienes un poco y miras con calma, te darás cuenta que se está gestando una revolución silenciosa, la de la consciencia: cada vez más personas se preocupan y se ocupan en buscar la felicidad y la paz. Por eso hay más gente practicando yoga, meditación o, incluso, regresando a buscar respuestas en alguna religión.
Los consumidores son cada vez más conscientes y ya no quieren poseer cosas a costa de matar al planeta o de la explotación de grupos vulnerables. Las personas que antes buscaban el éxito profesional a costa de su propia salud, ahora ya no quieren quedarse solas y apuestan de nuevo por construir una familia y por un equilibrio vida-trabajo.
En las empresas, cada vez pesan más los equipos sobre el anterior jefe todopoderoso. Los grandes corporativos se transforman y buscan un propósito superior, más allá de sólo hacer dinero.
Se habla ya de otra forma de hacer negocios, de trabajar, de aprender, de comprar, de viajar, de vivir.
Es ahora el momento de mirar más allá de tu nariz y tomar consciencia de que tú también, en tu ámbito, en tu empresa, en tu trabajo, en tu familia, puedes ayudar a construir un futuro mejor.
Si tantos muertos, quiebres de empresas, desempleos, mayor pobreza y sufrimiento no te enseñaron nada, si no eres capaz de construir un futuro aunque sea un poco mejor, entonces la pandemia habrá sido en vano.
Y si no aprendiste y no cambias, te volverá a pasar.
Genaro Mejía es periodistadigital y denegocios con más de 20 años de experiencia y LinkedIn Top Voices 2019