​​Las marcas de la niñez

Muchas veces nos preguntamos por qué tal o cual persona se comporta de esa manera, o por qué nosotros actuamos y respondemos de una forma u otra
Josefina Vázquez Mota Josefina Vázquez Mota Publicado el
Comparte esta nota

Al nacer, niñas y niños somos lienzos en blanco y los únicos que pueden pintar sobre ellos son los más cercanos, aquellos de quienes depende su supervivencia.

Los primeros trazos que se dibujan serán los de sus madres y padres; seguidos por aquellos trazos que vayan plasmando los más cercanos de su círculo.

Estos trazos no solo serán los primeros, sino que nos acompañarán el resto de nuestras vidas, y a la larga explicarán buena parte de nuestros comportamientos, de una alta o baja autoestima, de nuestra capacidad para enfrentar o no la adversidad y también, marcarán significativamente nuestra fortaleza o debilidad interior, y con ello, nuestra capacidad para elegir ser felices o no serlo.

Mayor y mejor esfuerzo

Si por un momento nos detuviéramos a considerar la importancia de estos trazos, estoy segura de que todas y todos haríamos un mejor y mayor esfuerzo.

Si esos primeros trazos son producto del amor, el cuidado, el respeto, y de los límites siempre indispensables para desarrollar resiliencia, es decir, para tener capacidad y la actitud que nos permite enfrentar la adversidad y el dolor, habrá una muy alta probabilidad de que será un lienzo armónico y equilibrado; un lienzo que refleja seguridad y confianza.

Si por el contrario, este lienzo empieza a ser trazado por el abandono, el desamor, la violencia, en miles de casos brutal y despiadada, por la indiferencia o el hastío, será muy complejo y doloroso pintar el resto del lienzo de colores distintos.

Por supuesto que siempre existe la posibilidad de que una niña o niño que ha sufrido terribles traumas de pequeños logren salir adelante, pero será cuesta arriba, y la historia nos demuestra que una gran mayoría no puede aislar estos rasguños del lienzo del resto de sus vidas.

¿Qué trazos tenemos?

Muchas veces nos preguntamos por qué tal o cual persona se comporta de esa manera, o por qué nosotros actuamos y respondemos de una forma u otra; pues una primer interrogante debiese ser justamente: ¿Qué trazos tiene el lienzo de nuestras vidas en nuestra primera infancia?

El entorno marca también los primeros trazos. Si una niña o niño vive en un entorno seguro, con ambientes saludables; en los que hay respeto y cuidado por la naturaleza, por quienes viven en esa comunidad, aprenderá muchos años antes de ir a la escuela lo que significa vivir con paz y certezas.

Por el contrario, una niña o niño que crece en comunidades que han normalizado la violencia, el odio y el maltrato, aprenderá que es la ansiedad, el miedo y la angustia su forma de vida.

Ni certezas ni paz serán parte de estos primeros años en sus vidas.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil