Maquinaria de desprestigio

Héctor Quispe Héctor Quispe Publicado el
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La cosecha de frutos no abunda tanto como la lluvia de maldiciones. Una vez más los atletas mexicanos se debaten con sus propios argumentos, ralos, nada profusos, en un magno evento como los Juegos Olímpicos de Tokyo2020. La escasez de medallas enardece a la multitud de ‘Nerones’ que determinan la suerte de los condenados: El pulgar abajo exhibe la podredumbre.

Estimado fan, independientemente de que seas o no quien enjuicie a los deportistas que van a partirse el alma con lo que pueden y con lo que les alcanza, debes aceptar que los resultados deportivos siempre son multifactoriales.

Como todo en la vida, existen muchas razones para justificar y otras para reclamar que algo anda mal. Por lo general, no solo depende del atleta cada registro que obtiene en una competición de alto rendimiento, que por lo mismo es de una elevada exigencia.

Un atleta que va a Juegos Olímpicos, primero tuvo que sortear  toda una travesía llena de espinas para poder asistir, la mayoría de las veces sin el apoyo requerido, sin recursos económicos suficientes para concentrarse en el alto nivel, y contra las politiquerías de siempre. Si después de todo eso logra clasificar, entonces deberá revisar con qué recursos cuenta y cuáles recibirá de las federaciones que le toquen.

Si finalmente obtiene su pase, entonces deberá comprender que no solamente lleva el peso de su cuerpo y sus desafíos deportivos, sino que carga también con el juicio de millones de mexicanos que desean que obtenga medalla si o sí para que no le califiquen de fracasado.

¿Por qué el mexicano es así? O ‘¿por qué semos ansina?’, dijo el otro.

GANANCIAS Y PÉRDIDAS

La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) ha entregado becas vitalicias mensuales a los medallistas, que son acumulables de acuerdo al número de preseas que obtenga.

Por cada oro obtenido son 13 mil pesos; por cada plata 11 mil, y por bronce 10 mil.

Ante la extinción del Fondo del Deporte de Alto Rendimiento (Fodepar), de parte de la titular de este organismo, la ex corredora Ana Gabriela Guevara, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo que ofrecería un bono especial, sin no especificó montos.

Tras los Juegos Olímpicos de Río 2016, el Gobierno de Enrique Peña Nieto ofreció premios de tres millones de pesos a los ganadores de oro, dos millones a los de plata y uno a los de bronce.

Este beneficio solo fue aprovechado por tres ganadores de plata María Guadalupe ‘Lupita’ González (Marcha 20 km), María del Rosario Espinoza (Taekwondo) y Germán Sánchez, y dos de bronce, Missael Rodríguez (Boxeo) e Ismael Hernández (Pentatlón moderno). No hubo ganadores de oro.

¿DÓNDE QUEDÓ ESE DINERO?

Apreciado fan lector, fue justo el 17 de septiembre de 2020 cuando este columnista entró a las filas de esta gran casa editorial que es Reporte Índigo. Y fue justo con el análisis y revisión del caso de Ana Guevara al frente de la Conade.

Casi van 11 meses de la columna de estreno y todo sigue igual… Pero puede resultar peor.

El excelente reportero, (ex compañero en el Heraldo de México en 2018-19) Enrique Hernández hizo la nota en Forbes México (otro de los hogares profesionales de quien esto escribe durante algún tiempo en blog de autor en la Red Forbes) y se confirma que el deporte mexicano no progresa con estos personajes en la toma de decisiones: el dinero usado para pagar mil 97 becas vitalicias a medallistas se extinguió con el Fodepar, por lo que hoy por hoy no existe una partida presupuestal para mantener ese derecho a los deportistas que le dieron renombre al país con resultados en diferentes Juegos Olímpicos. Es el desastre que viene.

Al cierre de esta columna, Guevara, la funcionaria más corrupta del gobierno de la Cuarta Transformación (4T), según datos arrojados por la encuesta realizada por México Elige a finales de 2020, respondió al hashtag #ratera que se volvió tendencia por el mismo hecho:

“Creen que me molestarán, pero es todo lo contrario, me motivan”, tuiteó desde su cuenta.

ÓXIDO EN LOS ENGRANES

Las redes sociales no son medios u organizaciones o empresas que trabajan con la misión de informar. Son plataformas, espacios que ofrece la tecnología a usuarios del ecosistema digital y están al alcance de todo el que tenga acceso a internet y sepa escribir.

Los medios informativos deben estar en esos espacios habitados por millones de internautas todos los días, para compartir en la moderna acrópolis que otorga también la bondad del no involucramiento físico, donde si alguien agrede es difícil responderle o protegerse de la agresión. El anonimato surge como un beneficio para el ‘troll’ o vándalo de este entorno virtual.

Como los espacios físicos, el usuario establece lo que quiere hacer con los intereses que desee. A diferencia de los primeros, casi cualquier persona puede obtener una cuenta gratuita en las redes sociales más populares. Hay aún pocas leyes para impedir el uso inadecuado o alevoso de estas plataformas de parte de algunos usuarios.

Sin embargo, se debe destacar que tener una cuenta propia registrada no significa un uso privado, porque las plataformas son públicas.

Es cierto que tú, estimado fan, independientemente de los colores de tu equipo favorito, tus estudios, educación familiar, preparación académica y hábitos, acudes a un estadio a divertirte. Salvo aquellos que creen en las cábalas, no se va aun escenario como este a rezar. Las redes sociales son esos modernos estadios donde la gente aquejada por la crisis asiste a desahogarse.

Pero a nadie le gustaría que si va con su familia o con el fin de disfrutar un espectáculo, le caiga el agua de riñón o le falten el respeto.

El exceso de población en el plano físico genera una cada vez mayor preferencia de los escenarios virtuales para coexistir. Cada vez hay menos espacio offline y entrar a metros cuadrados virtuales da la sensación de tener más aire para respirar.

Pareciera que todo es un campo democrático si entra cualquiera como quiera, pero también es un terreno que sin límites puede resultar peligroso. 

Internet no ofrece un mundo ficticio, sino virtual, es decir, es un reflejo muy real que puede resultar estrambótico. De esta manera, Twitter es un megáfono de la realidad. Si la gente acude a desahogarse, cuidado, porque puede salir con una depresión mayor que puede ocasionar desgracias.

Si por idiosincrasia el mexicano gusta de criticar a sus semejantes como deporte, en una realidad ensanchada, todo se vuelve hostil.

La maquinaria del desprestigio que lucha día a día por meterle la pierna a cualquiera en redes sociales no discrimina y cumple bien su trabajo.

El óxido de los tiempos y de las circunstancias virulentas no interrumpen su funcionamiento, solo que su andar se hace más estridente, con un rechinido que llega a doler.

¡VIVA ALEXA!

El 2 de agosto, publicó un tuit revelador Frida Martínez, que trabaja en la agencia que representa a la gimnasta Alexa Moreno.

Aseguró que la atleta tapatía que obtuvo el cuarto lugar en la prueba de Salto a Caballo tuvo que comprar su propio equipo de trabajo.

“Ella se compró con su premio nacional del deporte sus aparatos para poder entrenar a falta de tener los adecuados en México (Urge infraestructura para el alto rendimiento)”, fue su posteo en la red del ‘microblogging’ que  también hasta el cierre de la edición de esta columna tenía 2 mil 600 ‘likes’ y 731 retuits.

Algo que se debe destacar es que esta campeona de hierro, criticada en Río 2016 por no tener la tradicional figura espigada de las gimnastas: nunca perdió la sonrisa en Tokyo 2020.

Estuvo a 17 centésimas de quedarse con el bronce en esta ocasión, pero se quedó con un honorable cuarto sitio del mundo, el lugar más destacado para una gimnasta mexicana en Juegos Olímpicos.

Como anécdota de lo deplorable, hubo quien calificó de ‘mexicanada’ o ‘cruzazuleada’ el ‘ya merito’ de Alexa. ¿Quién de estos críticos ocasionales habrá logrado ser cuarto mundial de cualquier cosa en su vida?

Sugerencia: Antes de cualquier eructo emocional por el estilo en las redes sociales es recomendable verse en el espejo. #AsíMero

Fuentes externas: Columnas del autor en El Heraldo de México, MedioTiempo.com, Red Forbes, y Fan Datos de CID Consultoría

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