Mañaneras, el legado de AMLO difícil de replicar

Al final del sexenio, se habrán realizado cerca de 1500 conferencias mañaneras, con una duración de al menos 120 minutos cada una
Andrés García López Andrés García López Publicado el
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A punto de terminar su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador se despide dejando un legado, y no, no tiene que ver con uno de los temas polémicos de su administración, como el sistema de salud mejor que el de Dinamarca; tampoco se refiere a un éxito rotundo de su política de seguridad para disminuir eficazmente el número de ejecuciones en el país, denominada “abrazos no balazos”; tampoco se refiere a un crecimiento económico mayor que el de los gobiernos anteriores.

No, el legado que deja el presidente es fundamentalmente la creación y puesta en marcha de un modelo de comunicación, inédito para muchos y muy eficaz para el mandatario, logrando hacer exponencial su capacidad de comunicar y colocar en el top of mind de una buena parte de la población su visión, utilizando como instrumento principal, las “conferencias mañaneras”.

Al final del sexenio, se habrán realizado cerca de 1500 conferencias mañaneras, con una duración de al menos 120 minutos cada una, es decir, horas y horas dedicadas a mantener al monstruo mediático, echando mano de múltiples recursos: desde clases de historia, hasta el humorismo involuntario o voluntario de algunos “comunicadores” que son asiduos asistentes a este ejercicio mediático, sin duda, el más importante del país.

Lo anterior, obviamente, sin dejar de lado los videos musicales de personajes como Chico Che, Grupo Frontera o la Banda MS.

Sin embargo, si bien es cierto que las mañaneras han logrado ser mucho más efectivas que la inversión económica en medios tradicionales, y que han conseguido imponer la agenda mediática casi todo el tiempo, el éxito no se debe solamente al modelo, sino que viene como consecuencia de muchas variables, como la imagen pública del presidente, que por años ha manejado magistralmente un mismo  discurso, dotado de palabras y mensajes clave, como la esperanza, la justicia y el bienestar social para los que menos tienen, que en un país como México, cala profundamente en la psique del electorado, principalmente del que es la base del partido en poder.

Ha sido tan exitoso el modelo comunicacional utilizado por el titular del Poder Ejecutivo que, hace unos días, la presidenta electa presentó los datos de una encuesta que realizó para determinar, no si habrá mañaneras o no, sino con qué frecuencia y en qué horario las realizaría.

Pero el modelo creado por el presidente, desde que era jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, tiene un pequeño problema, difícilmente puede ser replicado tal cual por otros actores políticos como la presidenta electa o las gobernadoras y gobernadores.

El equipo de la Claudia Sheinbaum ya debió darse cuenta de lo difícil que será replicar el mismo esquema, ya que, de acuerdo con datos de su propia encuesta, solamente el 33 por ciento de los encuestados desea que se sigan realizando conferencias diariamente, mientras que un 28 por ciento opta porque se hagan solamente una vez a la semana, con lo cual Sheinbaum no solamente perdería espacio en el espectro mediático, sino también la posibilidad de colocar la agenda día tras día.

La mañanera es un gran modelo, digno de investigación y análisis en trabajos académicos, que funcionó perfecto para Andrés Manuel López Obrador, pero seguramente la doctora Claudia Sheinbaum tendrá que seguir su propia ruta comunicacional.

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