Los maestros corresponden a ser líderes inspiracionales para los niños, adolescentes y jóvenes y no sólo me refiero a los graduados de normales y demás universidades ambidiestras, sino a todos los patriotas que a través de la educación vencen a la ignorancia y a la desigualdad social.
Desde inicios del Porfiriato allá unos 15 años antes del fin de siglo comenzaron las escuelas normales, convirtiéndose en la más popular y aplaudida de las profesiones de la época. Posteriormente la Revolución transformó todo. Tal cual se pretende en este lento y retrasado sexenio.
¿Recuerda el nombre del maestro o maestra que lo enseñó a leer y escribir? Ayer se conmemoró un Día del Maestro más, otro 15 de mayo: la calle no tiene nada que ver, pero sí tienen sus colonias, servicios de salud, sindicatos, agrupaciones políticas y de las más curiosas y extravagantes ocurrencias de sus liderazgos o dirigencias dentro del ecosistema político local de cualquier ciudad.
Parafernalia es una palabra que encaja muy bien en la mayoría; pero ya estamos pensando mucho en ellos; así que optemos por la minoría: los Maestros de verdad, de convicción, de conciencia social, patrióticos, entregados a una causa más allá de lo mercantil o bursátil; a ese maestro que recorre kilómetros y no necesariamente en la ciudad. Que se empeña en que salgamos adelante como en la vieja escuela, ser consejeros y con una onda patriarcal moderadamente efectiva.
Ese maestro que incluso apoya económicamente a las necesidades e incluso con herramientas extras para sus planteles, y todo para sus alumnos, pero también para formar y hacer personas de bien.
El rural merece todo; con gis o hasta sobre la tierra enarbolan desde números, letras, símbolos y hasta demandas populares, desde las minorías hasta las mayorías agraviadas a causa de los conflictos más controversiales que demandan justicia.
Los últimos años han sido maltratados, vejados y manipulados a los intereses de mediocres políticos – líderes poco morales y muy inmorales. Toda una comedia en el mafisterio.
Pero: dejémonos de obviedades y enfoquémonos en lo importante que es enaltecer al Maestro que tiene esos atributos merecedores de mejores condiciones.
El que provoca al estudiante a investigar más, a no conformarse con las lecturas o costumbres convencionales de los libros de textos sugeridos por la homicida de la ortografía. Otorga ese extra no solo para la clase sino para la vida. Porque:
Ser maestro es un acto revolucionario: promueve el pensamiento crítico.
Seduce a la lectura: la que sea; pero que la manifieste.
Pregona la libertad y el conocimiento de las garantías individuales.
Detesta el aburrimiento en clase así que se motiva para entusiasmar.
Escucha y ejemplifica: aclara y enseña estrategia para la vida.
Sin vigencia: se adecua a las circunstancias y necesidades concretas.
Pero, claro, esto es lo que debería de ser…
De la lectura anterior; espero que hayas recordado por lo menos el nombre de al menos uno de aquellos héroes escolares que marcaron nuestra vida.
En sí todo es política, pero: ¿cómo va la educación de los estudiantes híbridos a causa de la postpandemia? Lo dejamos para luego…
De tanta melodía aburrida y ñoña hacia los maestros, la primera señal de memoria divertida y locochona que llegó a la neurona fue esta: Súbele el volumen y date este loqueron de rola del álbum Three Friends del ´72 de la banda Gentle Giant. Sin calumniar a nadie, pero estos sí que son maestrazos.
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