Ante los diversos problemas de la actualidad como el stress, la deserción laboral; violencia y la necesidad cada vez mayor de armonización entre la vida personal y la productiva, la vida laboral se transforma a un ritmo acelerado, con el desarrollo de la Inteligencia Artificial, los procesos se automatizan cada vez más.
En cuanto a las organizaciones, las estructuras y las jerarquías se vuelven más horizontales; las grandes empresas buscan generar por sí mismas condiciones más sanas y mejores ambientes internos.
Actualmente, de manera particular los trabajadores jóvenes y las mujeres están redefiniendo la vida de los sindicatos; su percepción es muy distinta a sus predecesores, sus objetivos laborales están migrando y ahora incluyen una perspectiva muy diferente.
Si bien es cierto, los sindicatos han sido instrumentos de la lucha permanente de clases; los movimientos laborales fueron siempre parte de los mayores avances en la creación de condiciones de vida más justas, la defensa de los intereses, su desarrollo productivo y el respeto a la dignidad de los trabajadores.
Todo este contexto representa enormes retos para el sindicalismo, se requiere de organizaciones creativas, eficientes e innovadoras y visionarias, que sepan conciliar, negociar y armonizar con las empresas para hacer frente a las nuevas condiciones económicas, preservar la planta laboral; producir más y mejor, además de responder ante la llamada tecnificación para actualizarse, crecer, desarrollarse y aportar al crecimiento económico.
Vivimos en una época digitalizada, con una economía global voraz, competitiva, agresiva e implacable, cada vez hay un mayor número de trabajadores que se consideran autónomos y más afines, leales y cercanos a su empresa que a su sindicato.
El historiador Yuval Noah Harari, autor de “Sapiens: De animales a dioses”, advierte claramente que la gente imagina la revolución de la inteligencia artificial y la automatización como un evento único, pero en realidad, vamos a enfrentar una cadena de revoluciones a lo que se pregunta ¿tenemos la estabilidad mental y la inteligencia emocional para reinventarnos repetidamente?
El autor, menciona que lo que realmente vamos a enfrentar es una sucesión de revoluciones en el mercado laboral, en las relaciones, en la política y en otros ámbitos de la vida”. Una serie: “Tendremos una gran perturbación en 2025, sí. Y tendremos una mayor en 2035, y tendremos una aún mayor en 2045. Y así”.
Vale la pena reflexionar al respecto no solo como trabajador, sino desde el aspecto de quienes dirige las grandes empresas y el gobierno en turno. Si bien, la realidad a comprender es que nadie sabe cómo va a ser el mercado laboral en 2040, la mejor inversión no será concluir una carrera como profesión, sino adquirir habilidades que nos permitan ser competitivos basados en la inteligencia emocional y en equilibrio mental, adquirir habilidades sobre cómo continuar cambiando, como seguir aprendiendo.
El sindicalismo moderno debe ser protagonista de las nuevas expresiones de la lucha laboral. Una nueva forma de liderazgos orgánicos, democráticos y transparentes, donde las elecciones sean abiertas, la afiliación libre y voluntaria.
Por su parte, el Estado deberá hacer su parte, iniciando por escuchar las demandas que provienen de las necesidades de los trabajadores a través de sus representantes: los sindicatos y no ignorarlas o simular que le importa la clase trabajadora, mientras que en la práctica su actuar es imperceptible, mostrando carentes resultados. Es indispensable dejar de aparentar y dar resultados, poner acción para garantizar la línea de bienestar familiar de los trabajadores mexicanos.
La lista es larga de temas por resolver: homologar los salarios por rama industrial, ISR, pensiones, garantizar el seguro de desempleo en todo el país, atención en la falta de medicamentos y la deficiencia visible en el sector salud, entre otros tantos.
Las tareas son muchas, la responsabilidad de conducir la fuerza de la unidad de los trabajadores es del mayor interés para todos los agentes productivos, empresas, empresarios, el gobierno y la sociedad entera.
En suma, se necesitan líderes, sindicatos y centrales de trabajadores que aporten a la creación de comunidades digitales; desarrollo y evolución del talento; que influyan en el ambiente y la cultura productiva, generen emprendedores competitivos; agentes de cambio social.