Los pequeños incómodos de nuestro cómodo país

“Lucha y nunca sobrevivirás... Corre y nunca escaparás...”. Frase que identificó a la película Ciudad de Dios (2002) dirigida por Fernando Meirelles.

Mil 500 niñas y niños aproximadamente han muerto en el marco de la guerra contra el crimen organizado en México.

El país cuenta con un millón 200 mil niños menores en desnutrición. Son datos ofrecidos por la Red por los Derechos de la Infancia en México. (Comunicado de prensa de 11 de abril 2012)

Juan Carlos Altamirano Juan Carlos Altamirano Publicado el
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“Lucha y nunca sobrevivirás… Corre y nunca escaparás…”. Frase que identificó a la película Ciudad de Dios (2002) dirigida por Fernando Meirelles.

Mil 500 niñas y niños aproximadamente han muerto en el marco de la guerra contra el crimen organizado en México.

El país cuenta con un millón 200 mil niños menores en desnutrición. Son datos ofrecidos por la Red por los Derechos de la Infancia en México. (Comunicado de prensa de 11 de abril 2012)

Cifras como esas deberían de desgarrarnos y de alarmarnos. Deberían ser el motor de búsqueda de soluciones reales y eficaces para disminuir la triste herencia que le estamos endosando a los niños de México.

Pero no. Sucede que esa clase de estadísticas no nos mueven. Lo que sí “rasgó las vestiduras” de nuestros representantes en la Cámara baja fue el spot “Niños Incómodos Exigen a Candidatos”.

Diputados federales del PRI y del PT calificaron de deleznable y grotesco el hecho de que sean niños los actores que aparecen en el video patrocinado por GNP.

Argumentaron que el producto resulta “violatorio de los derechos de los infantes y con resabios de agresión, de guerra sucia y de guerra clasista, donde ponen en el mismo nivel como criminalizando a la lucha social organizada, poniéndola al mismo nivel de los criminales”.

Después de su aseveración, este grupo de diputados demandaron a la Secretaría de Gobernación que retirara el video de circulación.

Repentinamente, el producto que llamó tanto la atención, –ya que son niños actores los que representan papeles de personajes con prototipos negativos de nuestra sociedad– desapareció del canal del movimiento Nuestro México del Futuro en You Tube, el cual había registrado más de dos millones de visitas.

¿Cómo calificar esa clase de acciones de nuestros representantes? ¿Por qué censurar un video que retrata no el futuro de México, sino su presente? ¿De qué se trata? ¿De esconder debajo del tapete lo que a ojos de algunos diputados es la visión “deleznable” de un submundo del que nos podemos sustraer, con el simple acto de la censura desde el poder?

Gracias a la intervención de los legisladores, el video ya no se viraliza con tanta fuerza en Internet. El nuevo video de la misma organización que habla de educación, es una versión descafeinada del original.

Además, asaltos a mano armada son cosa de todos los días en la prensa mexicana. Muchos de ellos perpetrados por menores de edad. Actos de corrupción de nuestras autoridades en todos los niveles de gobierno son graficados por noticieros de TV y periódicos nacionales. Toda clase de vicios de nuestro sistema político-social continúan flagrantes y caminan con espectacular impunidad.

En serio, ¿los diputados llegaron a creer que censurando ese material audiovisual eliminarían posibilidades de actos o intentos de acciones negativos en los niños mexicanos? ¿Intentaron “proteger” a la infancia nacional de un ejemplo del camino que pueden seguir con sus vidas?
Si las respuestas a estos cuestionamientos son positivas, siento mucho comunicar a los dueños de una curul en el Congreso que fracasaron en su intento.

Lo que hace falta es legislar. Pero legislar de verdad. Resulta poco efectivo que este puñado de diputados apliquen la ley del menor esfuerzo y se limiten a censurar un video en Internet.

Y es que mientras eso sucede, permiten –por citar el ejemplo más evidente– que otro grupo de niños actores aparezcan a cuadro maquillados y “taconeados” más de una hora y media a nivel nacional en un programa de televisión en el que imitan a adultos cantando, bailando y contando chistes.

La misma Red por los Derechos de la Infancia en México considera que este es un tema pendiente a legislar.

“No existe una regulación que prohíba a niñas y niños participar en este tipo de producciones. Desde REDIM hemos señalado como ejemplo la producción televisiva Pequeños Gigantes sin que hasta el momento exista una normativa a fin”, señala un comunicado de la organización civil.

Si el argumento es que cualquiera de los dos productos resultan aspiracionales para el menor que los ve, entonces tendríamos un mundo polarizado entre cantantes y delincuentes.

Quiero decir, es una visión miope creer que un producto audiovisual es determinante en la vida de una niña o un niño.

Es cierto, un video o un programa de TV puede reforzar ciertas intenciones o actitudes, pero la conducta que determina los parámetros del comportamiento de nuestros hijos no está en internet, ni en la TV, se encuentra en el que aún es el núcleo de la sociedad: La familia.

Tanto la emisión dominical como el video de niños incómodos tienen derecho a difundirse y ser vistos.

Se trata de la comodidad en la que viven algunos de nuestros diputados. Si realmente están preocupados por la ética con la que se forman los niños mexicanos, no deberían de crear cortinas de humo que generan una mediocre controversia mediática, meor ponerse a trabajar en la creación de una legislación real y específica sobre los límites éticos de la actuación infantil frente a una cámara.

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