La pugna de poder en el estado está viviendo sus etapas más calientes y complicadas.
La disputa entre el llamado PRIAN y el gobernador de Nuevo León vive momentos extremadamente complejos, entre acusaciones de lavado de dinero, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, factureras y empresas fantasma.
Los carniceros de ayer, llámese Paco Cienfuegos, o quienes ustedes imaginen como las personas que mueven los hilos de la política desde hace años, son hoy las reses que están protagonizando la carrera por sobrevivir a embates directos y frontales de sus rivales políticos.
Quienes saben de la grilla política en Nuevo León, han atestiguado que desde el inicio del gobierno de Samuel García los viejos políticos, que no necesariamente es lo mismo que la “vieja política”, le aconsejaron tener cuidado con Paco y Chefo.
Inevitablemente tendría que reunirse con ellos para buscar caminar y conseguir lo que no pudo en las urnas, la suficiente paz con el Congreso para que, literalmente, lo dejaran gobernar.
Hoy el gobernador y su grupo político pasaron de ser las reses investigadas por el aparato judicial en manos del PRI y PAN, a ser los carniceros en busca de debilitar y poner quietos a los que llevan meses causándole problemas de gobernabilidad.
¿Le saldrá la jugada? No lo sé, pero lo que sí le reconozco al gobernador es que ha tenido los tamaños para no dejarse “mangonear” ni chantajear por quienes estaban acostumbrados a hacerlo.
A cinco meses del inicio del proceso electoral, se avecina una batalla épica por la mayoría en el Congreso, el resultado de la elección del 2024 va a definir quién será la víctima y quién será el victimario.
Tan lo saben que los perfiles de ambos partidos se están moviendo con fuerza, invirtiendo cantidades considerables de recursos monetarios y humanos, con el solo hecho de garantizar la supervivencia de su grupo y por ende de su futuro político.
Solo no lo olviden: los carniceros de hoy, serán las reses de mañana.
Ley de vida.
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