¿Lo querían Lorenzo?

Pues Lorenzo lo tienen y al frente del INE. Como si la tensión político electoral fuera poca, el gran error de haber colocado a un personaje de segunda línea al frente de ese instituto genera problemas adicionales que pueden tornarse graves. De entrada, el funcionario no reconoce que no se puede afectar una trayectoria o una credibilidad que no se tiene o no se ha ganado.

Dado que desconoce los más elementales principios de aplicación de la ley, no sabe que existe el concepto interés jurídico y que en las acciones vejatorias llevadas a cabo por él en contra de una etnia y de todas a la vez, no puede alegar su propia torpeza, al haber sido descubierto mediante una intervención telefónica.

Al interventor, cárcel y todo lo que se pueda, pero al ofensor se debe aplicar la misma ley que éste clama se aplique. 

Si su padre viviera no podría alegar la infantil: “el comenzó primero papi”. El alegato de la intervención no habría impedido que le diera un par de correctivos dado que su padre no habría tolerado lo que la clase política quiere enterrar, dada la necesidad de apoyo que tiene del infractor impune. Su padre no sólo tenía educación y principios, sino que formó un nombre del cual hoy abusa el imberbe.

¿A que llama trayectoria? ¿a ser uno más de los secretarios particulares que se sentaron con grilla en la posición de sus jefes? 

¿O será que parlotear en Televisa cuenta?

Pero su injustificada soberbia no se detiene en violentar deberes administrativos a su cargo si no que ha hecho títeres a sus colegas de puesto al sumarlos a una solidaridad que raya en la complicidad. 

La falta fue personal y no debe ser encubierta por la aún no ganada credibilidad del INE. Resulta ridículo que se alegue que el afectado es el INE, cuando la afectación la llevo al cabo el PRD al apoyarlo para ocupar el puesto, oyendo a la televisora.

De forma que si alguno de sus compañeros se pasa un alto, todos en rebaño acudirán a defender la necesidad de contar con un árbitro electoral impoluto, cuando claramente no lo es.

Cada día es más claro que el INE está más que rebasado, y en él, el carbohidrato Pablo Gómez hará de las suyas, porque sabe cómo tratar a los que viven de la vanidad política.

El costosísimo organismo será parte del problema y no de la solución, y su tardío y torpe actuar será, nuevamente, motivo de decisión del Tribunal, al que por lo pronto hay que aplaudirle que no cayera en la vulgar interpretación legaloide de que el que no puede ser candidato titular, lo pudiera ser suplente.

La reforma electoral y la composición del INE demuestran que no faltaban reformas, sino buenas reformas, pero sobre todo, funcionarios y servidores formados y competentes.

Será hasta que los políticos dejen de auto engañarse y pasemos a un verdadero ente ciudadano, el cual será conformado por consejeros sin partido, que se postulen a ser elegidos para el cargo, bajo controles y mecanismo de remoción. Basta de simulación.